La mayoría de los seres humanos son como las hojas que caen de los árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se precipitan al suelo. Otros, por el contrario, casi son como estrellas: siguen un camino fijo, ningún viento les alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta.
Los días no pasan muy seguido, a veces tardan más en llegar y pareciera que el tiempo se atasca por momentos, quizás se detiene. Quizás soy yo. Y es que me encierro de una manera extraña, mirando por horas interminables una pared de cierto amarillo raro y que no hace más que ser, sin decorar. Me quedo en un trance tratando de averiguar si las horas siguen pasando en el cuarto hasta que escucho que a mi puerta la tocan constantemente y tengo dos teorías: Es el aire o las horas que las dejé afuera. Recorro mis pensamientos como andando dentro de una biblioteca, entre estantes, buscando alguno que me diga exactamente lo que estoy necesitando. No me reconocía a mi misma, miré ese cuarto donde me encuentraba y seguí caminando hasta toparme con un espejo y ver mi reflejo. Me salgo de mí para sentarme a la mesa, comer algo de pan para llenar aquel agujero que no deja de moverse en mi estómago. A ratos, mientras todo está quieto menos los fantasma de mis memorias que se escapan para buscar el sol amarillo del que los mantengo ocultos, se aparece una figura interesante y maldita. Recuerdos, es como yo los llamo. Pero también la silueta encantadora de sueños y fantasía que se refleja en cada deseo que nace de mí. En el espejo me veo tan distinta que comienzo a platicar conmigo:—Hey, ¿quién eres?—Pregunté, sorprendida por hallar a alguien más.
—Soy tú, bueno, un reflejo de ti. Un conjunto de cada fragmento tuyo.
Debo estar volviéndome loca.
—No te conozco. Adiós—Le dije, pero sabía que volvería a verlo. Porque uno tiene miedo de sí mismo, de todo lo que no es y puede llegar a ser.
No llegaba a entender lo que sucedía a mi alrededor, solo callaba, como si mi alma moría, como si no era yo. Miran la muerte como enemiga cuando para algunos podría llegar a ser una amiga que espera su turno por acompañarte después de que la vida te termina de golpear.
¿Como llegue aquí?
En mi mente solo podía repetir esa pregunta, una y otra vez sin respuesta alguna, me encontraba en shock, tendida en el suelo sin entender nada. Así como te encuentras tú en este preciso momento. Quisiera que explicarte fuera sencillo pero solo puedo decirte que esto comenzó cuando....
—Que no das lastima, coño. No fue tu culpa ¿no ves que el imbécil es un imbécil?—habló alterada.
—Vamos Katia que por decirle imbécil al imbécil no se le quitará el llanto a la pendeja esta— hablé sin sensura.
—Coño, que pendeja si es, pero no para tanto, Aitana—habló katia.
—Bueno, basta, ¿quieres un poco de agua?—hablé al rompe.
—El tomaba agua—habló Cris y se fue en llanto.
-—Ya para de llorarle coño, no es tu culpa que le gusten los pitos—expresó con molestia Katia.
— Nooo —gritó mientras abrazaba con desespero su almohada.
— ¡Maldición!. Esto de verdad es el colmo. Basta de tu lloradera estúpida—hablé ya cansada.
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F R A G M E N T A D O (en curso)
Random¿Cómo puede ser que lo que un día era luz hoy sea sombra? Es preciso partir de ahí: así somos. No somos geometría. El ser humano no está constituido de líneas rectas. Más bien lo veo como un nudo repulsivo y asqueroso que debemos deshacer con el tie...