Sin rostros, todos tienen voz.

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Perturbadoras figuras acompañan mis reflexiones. Mutaciones de espectros creados a causa de mi estadía en la habitación. Pues, me consume la pereza porque no hay nada más estático que contemplar el pasado como si se estuviese en la cima de un edificio a punto de saltar para buscar respuesta.  Alguien no deja de tocar a la puerta. Lo siento cada vez más cerca, y de mi cerebro se desprenden docenas de teorías nuevas. Todas tratando de camuflar lo único que escondo hace tiempo.

Desperté aún con el fuerte dolor de cabeza. En mi habitación sólo se escuchan los gritos de mi padre quien se encontraba bebiendo nuevamente desde muy temprano. Vivía en medio de un infierno total. Siempre pensado muy bien si debía salir de mi habitación. ¿Qué tan vacía debe estar una persona para que su felicidad sea la fiesta y el alcohol?. El no era un mal hombre. Sólo tenía una Obsesión. Siempre se levantaba muy temprano a trabajar para poder mantener lo que nos quedaba de hogar. Laborando en una empresa que no le pagaba lo suficiente, pero se resolvía. Eramos sólo el, yo y la vida.

—Buen día— dije con un tono de voz bajo.

— ¿Todo bien anoche?— sólo se preparaba otro trago mientras preguntaba.

—Eh.... Todo bien — afirmé.

— Ví que llegaste con un chico — habló mientras poco a poco se acercaba con una sonrisa encantadora.

Trague saliva y respire profundo — ¿De qué hablas padre? Me trajo Katia. Esto no pasaría si me dieras un auto— hablé algo tranquila y divertida. No muy conforme con mi respuesta dio pasos firmes y se acercó mucho hacia donde me encontraba. Su fuerte agarre a mi brazo me hizo chillar de dolor. Hizo un movimiento brusco con mi agarre hacia el aferrándose más y susurró muy cerca de mi oído.

— No puedes salir con ningún chico... ¿Lo sabes?— A lo que solo pude mover la cabeza para decir que si. —No puedes decepcionar a tu papi de esa manera ¿sabes?.

Con un movimiento rápido me solté de su agarre haciéndolo molestar. Con la furia dominandome me encaminé hacia el vitral donde estaban todas las botellas que contenían alcohol. Tomé cada una de ellas y las tire al suelo haciendo que su contenido y el vidrio se esparciera por todo el suelo. Al admirar que todo lo que lo hacía estar en otro lugar de alguna manera, estaba hecho nada, se llenó de peligro, en su mirada se notaba, se quedó paralizado mirandome fijamente.

— Hija de... — Pronunció con impotencia pero sus palabras fueron interrumpidas por un llamado a la puerta.

— Policía. Abran la puerta o nos veremos obligados a entrar a la fuerza —  se escuchó fuerte desde afuera.

La expresión de mi padre al escuchar eso fue inmediata. Corrió hacia la puerta, la abrió y salió. No era frecuente recibir a la policía a esas horas de la mañana. No conforme y aún con la sangre hirviendo me digné a recoger todo aquel desastre que había ocasionado la situación de confronte...

— Que tengan un lindo día — Dice cerrando la puerta.

Nuestras miradas se cruzaron. Molesto tiró al suelo la última botella haciendo una expresión de torpeza fingida.

— Te falta ahí — pronunció con satisfacción y luego desapareció.

Respiré profundo y me dediqué a limpiar lo que el había tirado.

Habían ya pasado varias horas de el suceso en las que no había ni un rastro de mi padre, me encontraba en mi habitación y horas en las cuales me dedicaba a descifrar las razones de sus maltratos, maltratos que como siempre por más hirientes que fueran no iban a acabar conmigo y no iba a permitir que siguieran pasando. En medio de mi debate mental algo chocó con mi ventana haciendome salir de mis pensamientos. Me puse de pie y me acerque a la ventana, la abrí y pude admirar a unos niños que jugaban con piedras. Su expresión de miedo fue la que me inspiró a mostrarles que no debían hacer ese tipo de cosas. Con pánico al ver que me había asomado a verlos corrieron sin dejar rastros, como si un tigre los persiguiera. El cielo mostraba su muy bonito azul y sus nubes lo acompañaban, el sol no podía estar más fuerte tanto que quemaba mi piel, no dudé en volver a cerrar mi ventana al recibir el llamado de Katia.

F R A G M E N T A D O (en curso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora