Capítulo 2.

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Después de cuatro largas horas de viaje, los hermanos Britt finalmente habían llegado a su nuevo hogar en la gran ciudad.

La familia Britt era muy amiga de la familia de Thomas, un joven apuesto y muy dulce de 24 años. Se conocían desde hace mucho tiempo y eran bastante cercanas.

La casa de Thomas era bastante espaciosa. Antes, vivían allí sus padres y sus abuelos. Pero sus abuelos lamentablemente habían fallecido, y sus padres se habían mudado un año atrás al campo, para vivir más tranquilos y sin las molestias de la ciudad. Por lo que la casa había quedado para Thomas.

Al principio, había tenido en mente la idea de irse a vivir solo a un departamento mono ambiente. Pero la verdad era, que no le gustaban los departamentos, necesitaba tener un patio. Y su hogar estaba a unas pocas calles del hotel Golden Room y de la universidad. Además de que era un barrio bastante seguro y todos lo conocían allí. Sus primeros 10 años de vida los había pasado en el campo, cerca de la casa de los Britt, donde conoció a su mejor amigo; Eric. Luego se había mudado a la ciudad, vivía allí desde hace 13 años. Pero la amistad con Eric seguía intacta.

Thomas, no conocía demasiado a Matt. Él era un bebe cuando lo habían adoptado. Y recordaba que Ashlyn era bastante cerrada. Thomas había intentado acercarse a ella para que fueran amigos y ella lo había mandado a freír espárragos. Además de que cuando ella llego a la casa, Thomas se mudaba en unos pocos meses.

-Bien- Habló Eric estacionando frente a una bonita casa de dos pisos y color blanco- Llegamos-

Ashlyn fue la primera en salir del auto.

-Fueron cuatro horas muy largas- Dijo estirándose. Se le habían entumecido las piernas- Me duele el trasero-

-¿Cuál?- Dijo su hermano menor bromeando. Era algo típico de ellos dos, burlarse de que Ashlyn era una tabla de surf.

Al principio, cuando tenía 15 años, la había acomplejado mucho. Veía como sus compañeras de colegio crecían y ganaban sus curvas, para poder modelar bikinis o utilizar faldas ajustadas que les quedaran bien. Ashlyn se había quedado estancada en la marca de sostén número 32, y al cumplir los 18 había podido cambiar a una 34, pero aun así, no terminaba de llenarlo del todo actualmente. Pero la verdad, es que ahora le importaba bastante poco. Tampoco es que le gustara modelar trajes de baño o vestidos, prefería la ropa holgada.

-Creo que te olvidaste el trasero en casa Ashlyn- Se burló Matt chocando puños con su hermano.

-Y tú te has olvidado la estatura- Contrapuso Ashlyn, ya que los dos median 1.68.

-Oye, aún estoy en etapa de crecimiento- Se quejó su hermano menor. Pero desde hace 3 años que no podía crecer un solo centímetro y eso le ofuscaba.

-Eso dices desde que tenías 13- Dijo Ashlyn- Búscate otra escusa ya. No sé, que la leche que te dieron de pequeño estaba vencida o algo así-

-¡Eric, se está burlando!- Chilló Matt señalándola con el dedo.

-Oigan, papá y papi no están aquí. Y yo no voy a meterme en sus peleas. Aquí es tierra de nadie- Sentenció Eric.

Matt le sacó la lengua a su hermana y ella le enseño el dedo del medio. No tenían la mejor relación del mundo.

El principal problema era Ashlyn; no era alguien cariñosa. Era muy sarcástica y orgullosa. Siempre estaba molestando a su hermano menor, porque el mayor estaba ocupado. Cuando Ashlyn tenía 13 años, y Matt 9; había intentado venderlo a unos gitanos que decían que querían comprar un niño con fines laborales que Ashlyn no entendía muy bien. El trato estaba casi hecho, Ashlyn era una muy buena negociante; pero sus padres descubrieron todo y casi se infartan al escucharlo. Obviamente hicieron una denuncia y los dos criminales terminaron en la cárcel. A día de hoy, Oliver y Chris no entendían como una niña de 13 años que aún no había tenido su primera menstruación, había logrado contactar con dos traficantes de niños gitanos y hacer todo un plan para entregar a su hermano todo a espaldas de ellos. Por supuesto, la habían castigado hasta que tuvo 18, prohibiéndole utilizar la computadora y un celular moderno. Siempre que necesitaba averiguar algo para la escuela, lo hacía en la biblioteca o utilizaba un celular moderno con alguien que la controlara. Había asistido a terapia por 3 años y también a un grupo de rehabilitación. Y todo esto, porque quería dinero para comprar el CD de One Direction.

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