Promesa Final (Existencia un nuevo mundo #2)[Completa]

Capítulo 8: Fui creado para amarte.

Mirada perdida. Una cicatriz cruzando el lado izquierdo de su ojo, labios pronunciados y mejillas un poco hundidas.

Su cabello estaba tan largo que las puntas le tocaban el trasero, su piel oliva estaba un poco pálida debido al viaje que estaban teniendo por el espacio. Los nervios estaban tomando lugar en su corazón.

- ¿Estás segura que quieres hacer esto? – Pregunto Rosa mirándola a través del espejo. Unas tijeras reluciendo en sus manos.

Lana se observó, ese cabello largo tenía en sus hebras todo el dolor que había vivido. Todo su desarrollo, lo más profundo de sus penas se encontraba en esos cabellos.

- Si, estoy segura. – Dijo con firmeza y sin dudas.

¡No tan corto! Grita Laurea con fuerza, Por favor Lana, que no sea tan corto.

- ¿Cómo lo quieres? Te vendrían tantos estilos – Rosa observo su cabello unos segundos - ¿Qué tal un corte en puntas? Rozara tus hombros.

Era una buena idea, de hecho, entre más corto mejor, pero Laurea estaba sufriendo tanto por el corte que Lana se limito a decir.

- Me parece una buena idea.

- Te verás preciosa ¿No es así Aiko? – Rosa se giro hacia su prima quien tenía la mirada perdida.

Con un parpadeo rápido de ojos, Aiko sacudió la cabeza.

- ¿Qué?

- ¿Qué te sucede? Has estado muy rara está mañana – Rosa salpica agua sobre el cabello de lana con una botella rociadora, peinándolo al mismo tiempo.

- No me pasa nada, solo tuve un sueño muy vivido – Aiko miro a Lana - ¿Qué corte has elegido?

Lana miro a Rosa por ayuda.

- Despuntado hasta los hombros. – Susurro la chica concentrada en lo que hacía.

Aiko asintió con la cabeza.

- Es un gran cambio, te verás hermosa.

Lana sintió como sus mejillas se calentaban de la vergüenza.

- Gracias.

Rosa sonrió.

- Muy bien Lana, comencemos.

Les tomo unos muy largos veinte minutos dejar a la perfección el nuevo cabello de Lana. Su cabeza se sentía ligera y un pequeño aire frío recorría sus hombros y brazos. Ahora que no tenía el cabello tan largo, este no se inclinaba sobre ellos protegiéndolos. Ya no.

- ¡Vaya Lana! Te ves... sorprenderte – Se escucho decir a Abbot que entraba por la puerta, su mirada emocionada fija en ella mientras la estudiaba. – Pareces otra persona.