ᴀʀᴄᴀᴅᴇ | ꜰᴀᴛᴇ: ᴛʜᴇ ᴡɪɴx ꜱᴀɢᴀ, ʀɪᴠᴜꜱᴀ

02.

Musa

—Buena objeción. Yo estoy aquí para emporrarme tranquilamente. Ahora te toca a ti responder— contestó enseñándome su cigarro.

Genial, un porreta con la cabeza hecha mierda, menudo pack más completo. Le miré de arriba a abajo y por su apariencia parecía la persona más segura del mundo; típico "chulo de barrio" que se mete de todo en el cuerpo, que tiene amigos hasta en el infierno y le va la fiesta más que a las moscas la mierda. Pero su cabeza indicaba todo lo contrario: inseguridad, miedo, represión, inferioridad, disconformidad con el mundo...
Era un caos, era como un "intento"de rebelde sin causa y hay que recalcar la palabra "intento".

El chico me seguía mirando esperando mi respuesta, había dedicado demasiado tiempo en analizarle. Dejé de meterme en su cabeza y volví a la realidad.

—Yo solo trataba de evadirme— respondí cortante, no necesitaba más información.

—¿Evadirte de qué?

Preguntó con curiosidad y se sentó en una roca mientras seguía fumando esperando expectante mi respuesta.

—No te interesa.

—Ah, claro. Tú puedes meterte en mi mente y yo no puedo saber de que te estás evadiendo no me parece nada justo— respondió con indignación, el chaval era listo para lo que quería. Se estaba haciendo el ofendido como quería. Pero, ¿cómo sabía que soy un hada de la mente?

—¿De donde has sacado que "me puedo meter en tu mente"?— pregunté imitando su voz y haciendo comillas imaginarias con mis dedos al repetir la frase que me había dicho. Él sonrió mirando al suelo y luego me miró.

—Mi inteligencia tiene cierto límite pero viendo que hace un momento tus ojos tenían un cierto color violeta, que te has pasado unos minutos analizándome de arriba a abajo y que tiene toda la pinta de que llevas esos auriculares hasta para dormir...— empezó a decir haciendo gesticulaciones, como si fuera o más evidente del mundo.

—Todo eso me ha llevado a pensar que eres un hada de la mente y creo que estoy en lo correcto, ¿o me equivoco?— cuestionó mirándome con satisfacción. Yo le devolví la mirada con descontento, que irritable que era. Pero, ¿ de verdad era tan evidente?

—No te equivocas— contesté sin darle mucha importancia al asunto.

—Pues ahora debo pedirte que por favor, no te metas en mi cabeza. No me gusta nada— respondió dándole una calada al cigarro. Asentí indiferente y empecé a andar dispuesta a irme por donde había venido. Me incomodaba la situación.

—¿Te vas ya?— preguntó extrañado.

—Sí, ya estuve mucho rato aquí, debo volver.

Él asintió mientras le daba otra calada a su cigarro y yo me di la vuelta para dejarle atrás.

—Confío en que nos volvamos a ver— le oí decir pero decidí no girarme y seguir hacia delante.

Lo que acababa de suceder era raro, el día en sí estaba siendo extraño. Mi compañera de habitación tenía unas emociones muy fuertes y había decidido que lo mejor que podía hacer era ignorarla; otra compañera es la princesa de Solaria, no hace falta opinar mucho de eso; otra no sabe ni lo que tiene en la cabeza ...
Para completar, conozco a este chico, mi día no empieza muy bien que digamos, así que la mejor opción es evadirme con mis auriculares pero esta escuela me lo esta haciendo difícil.