prólogo

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Mari abrió los ojos con pesadez, mientras sentía un terrible dolor de cabeza.

La noche anterior fue... un terrible desastre.

¡No!

—No lo pudo haber hecho. — se reprendió al recordar la estupidez que había cometido. Por eso bebió como una loca, para olvidarse de aquel mal trago. Más cuando se giró vio al culpable de su desgracia. Entonces abrió los ojos con violencia.

—¿Diablos que había hecho? — volvió a reprenderse con rabia.

No, ella no pudo haber hecho una estupidez, más grande de la que hizo antes de embriagarse.

Es por esto, que la aludida, subió las sábanas, para comprobar que ambos estaban completamente desnudos.

¡Por Dios! Lo había hecho. Se acostó con el cavernícola.

El Cavernícola De Mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora