Capítulo 4

393 25 1
                                    

—¿Qué? — exclama Mari, perpleja. No podía creer lo que él estaba exigiendo en aquel documento— pero qué demonios le estaba pasando por la cabeza a aquel hombre para proponerle algo así. Dijo enfurecida, con el documento que tenía entre sus manos. —¡Este tipo tiene que estar loco! Como demonios voy a cumplir todas estas exigencias, durante una semana, si no tolero ni siquiera verlo— grita furiosa, mientras leía el contenido, de aquel contrato, que le envió, Adán.

Mari tiró el documento a un lado de la cama, indignada.

Nunca haría aquello.

Tendría que estar loca para ceder a algo así.

Eso ya era demasiado para su paciencia. Que, por cierto, que la tenía al borde del colapso.

Salió de aquella habitación, echando humo por la boca. No obstante, al salir, encuentra a Lucero llorando. Entonces, sin pensarlo dos veces, fue a su encuentro, se inclinó en el suelo.

—¿Qué te pasa, cariño? ¿Por qué lloras? — digo, mientras seco sus lágrimas con el pulgar.

—Mi hermano...— Lupita, dijo en un hilo de voz. — está muy mal— sus lágrimas corren con más ímpetus, por sus hermosas mejillas.

—¿Pasó algo?

—Mi madre me llamó, el doctor dice que la inflamación que tiene, Jenis en el cerebro, no ha bajado

—¡Ay querida! — digo con pesar. — ten fe, Dios hará un milagro ya los verás— le aseguro Mari, con fe.

—Tengo miedo que él no lo resista y muera. Sé que si eso pasa no voy a poder soportar y más porque no he podido estar con él— dijo Lupita, desgarrada.

—No te culpes cariño...

—Si lo hago. Él me necesita y yo no he sido capaz de ir hasta él — dijo con amargura y dolor. Sus hermosos ojos grises, que en este momento se encontraban rojos, de tanto llorar.

Su hermano es muy importante para ella.

Mari no supo que decirle, ya que ella no tuvo hermanos y no ha experimentado aquel sentimiento de protección, hacia un hermano ni grande ni pequeño. Como era el caso de su amiga. La cual después que recibió la noticia, del accidente de su hermano más joven que ella, no ha sido la misma.

***

—¿En serio vas a contratar a esa joven como enfermera, personal para ella? — pregunto, sin poder creerlo, Salvador, el mejor amigo de Adán. Cuando Adán se lo estaba contando con lujos de detalles y todo bulón

Adán le dio un sorbo a su trago, antes de responder a la pregunta que le había hecho Salvador.

La verdad es que él, no quisiera tener a esa mujer ni seca de él. No obstante, a ella aprecia agradarle su compañía.

Es por ello, que Adán decidió que ella era la indicada, aunque, le reviente el hígado, tener que tenerla cerca, durante todo ese tiempo. Pero no podía permitir que Arturo, se quedara con ella.

—Sabes las razones por las cuales lo hago— dijo, sin mostrar emoción.

—¡Pero tú no la soportas! —exclamo. Su amigo, sabiendo lo que puede pasar, con aquella rivalidad de los dos, que no es más que una máscara. Por lo menos, de parte de su amigo. Nunca antes ninguna mujer lo había enfrentado abiertamente.

—Te aseguro que ella deseara nunca haberme retado— dijo seguro de sí mismo, con un brillo peligroso en su mirada. Cuando recordó el último enfrentamiento que tuvieron en su oficina. El cual acabo con un beso que le estremeció hasta la bilis.

El Cavernícola De Mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora