Prólogo

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Era una noche hermosa, las estrellas iluminaban el cielo nocturno formando entre ellas pequeñas constelaciones. Aquella noche sin luna era serena, un pequeño niño observaba desde su ventana hacia el horizonte que estaba bañado en esplendor; cualquiera creería que era una vista hermosa, pero ese no era el caso de este infante.

Esa tarde su abuela se encontraba tejiendo junto con el, de repente se detuvo en seco dejando caer así lo que tenía en mano, alarmado el  pequeño fue en busca de su tía ya que su abuela no respondía nada de lo que preguntaba.
Horas después de haber estado en el hospital con su tía, se arrimó un doctor un poco joven, este comenzó a hablar sobre cosas extrañas a ojos del pequeño, sin saber el porqué su tía comenzó a llorar amargamente abrazando a su querido sobrino, este no sabía que ocurría hasta que decidió preguntarle a su tía que susedia.

- ¿Por qué lloras Mito-San?, ¿Donde esta la abuela? - Preguntó

- Mi niño, tu abuela se a ido... - Dijo la mayor.

- ¿A donde ? - preguntaba el moreno con algo de inosencia al mismo tienpo que se sentía algo desconcertado y ansioso - Mito-San, ¿la abuela Abe regresará? -

La mayor se quedó callada y respondió.

- No mi niño, se fue para no regresar.

Con eso el pequeño entendió lo que sucedía, comenzando a derramar muchas lágrimas cristalinas que se balanceaban en su rostro hasta llegar a su mentón callendo así al frío piso mientras de su boca salían desgarradores sollozos que se ahogaba en el ombro de su querida tía; cuando se pudo tranquilizar calló dormido en los brazos de esta, llevándonos a la situación actual.

Al recordar esa escena una lagrima rodó por las rosas mejillas del chiquillo, recordar como su abuela se fue sin siquiera poder despedirce como es debido. El siguió llorando y lamentándose por su pérdida, hasta que escuchó la puerta de la habitación abrirse, limpió sus lágrimas rápidamente y se llevó una sorpresa al ver que era su padre, el cual acababa de llegar de imprevisto por la muerte de su madre. Este al ver a Gon despierto se sentó a su lado para así poder observar juntos el horizonte.

Su padre comenzó a acariciar la pequeña melena azabache de su hijo, mientras el pequeño no podía contener las lágrimas lanzándose así a su padre en un estrecho abrazo; el cual también comenzó a soltar alguno que otro sollozo mientras abrazaba y consolaba a aquel niño, tratando de no derrumbarse por esa triste noticia. Mito sólo observaba desde el marco de la puerta como esos dos trataban de consolarse mutuamente.

Unas semanas después de la muerte de la señora Abe, el azabache se encontraba caminando por las calles de Ballena, ya que dentro de poco tiempo su padre tendría que trasladarse de ciudad junto con Mito y Gon por razones del trabajo. El niño saludaba a todas las personas del lugar ya que el era conocido por ser un amable niñob que está dispuesto a ayudar en lo que se pueda y se le permita, a parte de que animaba el lugar por ser el único pequeño en la zona.

Se llevó una gran sorpresa al encontrarse con el doctor que atendió a su querida Abe. Se acercó a saludarle y darle las gracias por intentar curar a su abuela. Comenzando así una conversación.

- Hola señor Leorio - Dijo el moreno hacercandose al más alto.

El doctor Leorio no era una persona muy atractiva pero tampoco era la persona menos atractiva, tenemos que admitirlo, tenía sierto encanto; aunque eso sí, pesar de que su edad rondaba entre los 25 y 27 años, parecía tener 38, dejando así muchas confusiones cuando se acercaba a algunas chicas, incluso algunas lo llamaron "aléjese de mi, viejo rabo verde" dejando un poco confundido al hombre, pero ne le daba mucha importancia. El lucia unos lentes algo pequeños, un traje a la medida acompañado de un maletin, sus cabellos eran negros un poco puntiagudos y lo que más resaltaba de él era esa tremenda altura, para alguien como Gon, Leorio era una jirafa con traje.

- Oh, tu eres el niño de aquella vez, ¿como has estado mocoso? - dijo Leorio amistoso y algo suave por lo ocurrido al mismo tiempo que acariciaba la cabeza del pequeño.

- Bien pero.. Desde que ella se fue todo se siente solo y sin vida - dijo el moreno recordando los momentos que pasaba a diario con su abuela, sintiéndose melancólico, pero dejó rápido ese tema y se apresuró a preguntar - y a usted ¿cómo le va en el trabajo?.

Leorio le sonrió y contestó - Tengo que moverme de hospital, me llamaron porque necesitan mi ayuda.

Gon quedó algo sorprendido, no esperaba que Leorio tuviera que irse de Ballena y tampoco que lo llamaran para ir a otro hospital lejos de ahí. Al parecer Leorio era un médico importante en el mundo de la medicina.

- ¿A que lugar le llamaron Leorio? si no es indiscreción - preguntó Gon.

- Mm no pasa nada.. Si no mal recuerdo a Yorkshin, voy a estar ahí un tiempo al parecer - contestó Leorio.

- Waa! ¡Yo me mudo para allá el fin de semana! - dijo Gon con una muy notable emoción

El resto del día Gon y Leorio hablaron de muchas cosas, Leorio le preguntó a Gon que clase de planes teníapara el futuro, este le platicó que quería seguir los pasos de su padre y ser un biólogo para trabajar junto con él, también que le agradaba el trabajo así que lo haría gustoso; Gon en cambio, pregunto a Leorio el porqué decidió ser doctor, este le contó que cuando era un niño pequeño uno de sus amigos falleció a causa de que los tratamientos para su enfermedad eran muy costosos, por lo cual no tenía acceso económico a ellos y así murió, también le habló sobre un proyecto que tenía planeado desde antes de ser doctor, el cual era abrir un hospital para las personas de bajos recursos económicos y así evitar que más niños, adolescentes, jóvenes y adultos murieran por esas estupideces.

Siguieron con su platica, sorpresibamente se entendieron muy bien a pesar de que Leorio más que doblarle la edad a Gon era una persona muy amable y honesta, comenzando así una gran amistad y compañerismo que duraría muchos, muchos años.

La primera estrella de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora