Capítulo 2: Amigos

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Un joven albino se encontraba en una montaña sin muchos árboles serca; volteo su vista hacia el cielo, habían muchas nubes acompañándolo y danzando con el viento.
El ambiente se volvió oscuro. Las nubes ahora eran grises y había una ligera neblina, comenzaron a caer pequeñas gotas de agua en su rostro, aunque a él se le hacía agradable el contacto, cada vez se intensificaba más, así que comenzó a caminar en busca de algún refugio. Camino y camino, la que al principio era una pequeña lluvia ahora era una gran tormenta, relámpagos y rayos por todos lados, la noche estaba callendo y el frío calaba hasta sus huesos. Esa sensación le recordó el abandono.
Se quedó perdido en el frío de su cuerpo sin caer en cuenta que estaba llegando a un pequeño puente, se detuvo y subió la vista un poco, ya estaba amaneciendo, sintió el calor del sol que al instante borro esa sensación de soledad, la lluvia también se detuvo. Mientras el sol seguía subiendo el se sentía reconfortado, necesitaba más de eso, quería llegar al sol hasta que este derritiera su piel llenándolo de dicha.
Despertó de un extraño sueño.

- Las cinco - murmuró después de echarle un vistazo al reloj en una de las paredes de aquella sala.

Decidió levantarse del sofá para ver el amanecer, justo como en su sueño, sería un desperdicio el que se levantó más temprano de lo usual para no hacerlo. Tomó una cobija y se deslizó por una puerta corrediza.
El aire estaba fresco y frío, las aves comenzaban a despertar, los colores del cielo fueron cambiando poco a poco mientras el sol se comenzaba a asomar, subía y subía. Lástima que en aquel lugar no se pudiera apreciar totalmente por todos los ruidos de ciudad y esos edificios.
El albino esperaba sentir lo de aquel sueño, desde pequeño buscaba el calor de un hogar y una familia, sabía que tenía a Kurapika y Alluka, pero buscaba más calor del que pudiese recibir, el era bastante codicioso.
El sol siguió su camino, pero Killua no sintió ese amor. Se decepcionó un poco, pero no le dio mucha importancia, se dio la vuelta y se adentro en la casa del prometido de su querido amigo.
Ahora que la veía bien, era algo aburrida, libros por aquí y por allá, no había fotos interesantes ni ningún adorno o algo por el estilo, se notaba que no pasaba mucho tiempo allí.
Continuó su recorrido encontrándose con Leorio bajando las escaleras junto a Kurapika. Cabe recalcar que los dos estaban listisimos para salir.

- Buenos días Killua.
- Buenos días mocoso - dijeron en cuanto vieron al más joven.

- Buenos días Kurapika, viejo. ¿A dónde tan arreglados? - dijo con una sonrisa gatuna.

- Iremos a ver algunos detalles de la boda junto con la señora Mito y de paso dar una vuelta por la ciudad.

- Mmmm..

Los mayores siguieron su camino, fueron a la cosina y se tomaron algo antes de salir, Killua imitó sus acciones y tomó un vaso al que le vertió leche y chocolate. Mientras lo tomaba Leorio y Kurapika ya se dirigían a la puerta para salir.

- Hey mocoso!, alguien va a venir para traerles comida que Mito les preparó también los va a llevar al buzón postal para que lleven las invitaciones y no te olvides de despertar a Alluka - dijo el alto cerrado la puerta tras de el.

- Bien.

Killua se quedó un rato tomando su chocolate, encendio la televisión para no aburrirse y se quedó sumergido en aquella acción.

- ¡Oni-chan! ¡¿Por qué no me levantaste?! - se escucho ese grito mientras alguien bajaba las escaleras a toda prisa - ¡Ya es medio día, mooooooo! - Killua en un reflejo se asomó en dirección al reloj de la pared.

- Perdón Alluka, me distraje un poco.

- Te perdono Oni-chan, ¡pero que no se repita! - dijo Alluka con un puchero que le pareció adorable a Killua - Oni-chan ¿a dónde fueron Leorio-San y Kurapika?

La primera estrella de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora