... Déjame amarte

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(Narrador omnisciente)

Un mes entero transcurrió después de que Leonardo y Donatello se hicieran una pareja, pero aún no se lo decían a la empresa, pues el jefe tuvo que irse de viaje a Japón por temas de trabajo, dejándole encargado el lugar a su asistente, sabiendo que cuándo volviera todo estaría bien y sin problemas. Aunque algo muy peculiar estaba pasando, ya que había un visitante sumamente recurrente que comenzaba a llamar la atención.

Una cabellera roja se paseaba libremente por los pasillos de la empresa causando murmullos sumamente curiosos entre los empleados, la presencia de Raphael no era tan raro pues prácticamente era hermano de Leonardo y ambos se visitaban regularmente en sus trabajos para ver si podían ayudar al otro pero, como el mayor no estaba en la ciudad, era muy extraño que el temperamental estuviera visitando el lugar con tanta regularidad. Mientras los hombres pensaban que tal vez el de ojos verdes estaba pensando en reclutar a alguien de la empresa, las mujeres sólo podían fantasear que alguna de ellas podría haberlo cautivado y por eso iba cada día sin falta a saludarlas... Realmente ninguno adivinaría jamas la razón tan especifica que tenía, pues cubría sus intenciones de una manera perfecta.

–Donatello, es un placer volver a verte.– Saludó cálidamente acercándose muy cauteloso al esbelto, pues Leonardo le había dejado más que claro que si lo volvía a tocar no vería la luz del sol una vez más.

El de morados cabellos se despidió gentilmente de los compañeros de trabajo con los que estaba hablando en el pasillo y se acercó hasta Raphael para hacerle una pequeña reverencia. Él, al igual que los demás, quería saber la razón de porqué estaban teniendo esas visitas tan peculiares, pero sería muy discreto al preguntarlo.

–Siempre es un gusto recibirlo, señor.– Sonrió levemente y analizó cómo aquellos ojos tan verdes no se quedaban quietos, era claro que buscaba algo, o a alguien. –¿Hay algo en lo que pueda ayudarle hoy?– Cuestionó logrando poner nervioso a su superior, cosa que le hizo gracia pero ocultó bastante bien pues, aunque nadie los escucharía, no quería llamar la atención.

El pelirrojo tuvo un pequeño sobresalto y trató de controlar su acelerado corazón, pues evidentemente tenía una misión que deseaba mantener oculta, por ello trató de inventar una excusa convincente. –N-no, sólo vine a asegurarme que todo siga en orden, ya que Leo no está... .– Murmuró de manera algo torpe, pero de inmediato se dió cuenta de que mencionar aquello hizo que el brillante rostro del esbelto se apagara. –Lo extrañas, ¿no es así?– Miró con algo de ternura al contrario mientras le ponía la mano en el hombro en señal de apoyo, ya que sabía perfectamente que su amigo se estaba muriendo por las mismas razones.

No siendo capaz de negar sus sentimientos, Donatello suspiró profundamente y sus lindos ojos se cerraron por un momento al tratar de ocultar su frustración, extrañaba mucho a su jefe y eso estaba claro. –Creo que no nos habíamos separado así en mucho tiempo, se siente algo... Raro.– Susurró pensativo mirando a la nada, daría todo en ese momento para poder abrazar a Leonardo y decirle lo mucho que lo amaba, pero tuvo que salir de su fantasía al darse cuenta de que se quedó callado por unos considerables segundos. –Pero me confió la empresa junto a usted, así que debo dar lo mejor de mí y serle de utilidad mientras cumple con sus deberes.– Sonrió levemente tratando de tranquilizar al mayor, cosa que no funcionó pues el temperamental era bastante bueno en saber cuándo alguien trataba de hacerse el fuerte.

Sabiendo que si seguían con aquella conversación se podrían meter en problemas, Raphael guió a Donnie hasta la amplia terraza de aquel piso, al llegar cerró la puerta para tener privacidad y así ambos pudieron relajarse.

Con una sonrisa algo traviesa, el de rojo le enseñó su celular al esbelto para que viera la conversación que tenía con su amigo de infancia, dónde explícitamente hablaban de lo mucho que este extrañaba a su novio de una forma muy tierna. –Eres muy importante para él, no sólo cómo su asistente, eso debes recordarlo... Estoy seguro de que no has salido de su mente en cada segundo que han estado separados.– Dijo aquello con un tono de felicidad muy palpable, pues él más que nadie estuvo animando al de azul a confesarse en el pasado y estaba encantado de que todo hubiera salido bien entre ellos, no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en esa relación tan bonita.

Secreto de Oficina (TMNT AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora