Había pasado a penas una hora desde que me había encontrado con Klaus en la universidad, pareciera que el tiempo pasa más lento a su lado, habia miles de preguntas que hacer, muchas dudas pero mi principal preocupación es la de estar viva para mañana.
"Dime Klaus, como puedes estar tan calmado rodeado de todas estas cosas observando siempre en todos lados."
"Los veo desde que tengo memoria, uno se acostumbra, eso creó. Además mamá y papá siempre me ayudaban a no tener miedo."
"Deben ser buenos padres, y entender que veías cosas horrendas."
"Normalmente los ritos de maldiciónes se llevan a cabo en familias que llevan milenios existiendo, uno debe desear ver un mundo diferente o algo similar y ser maldito en ese momento, en ese instante su conexión con el mundo Duguan se hace más fuerte, pero si una deidad no te da su bendición estás prácticamente muerto, por eso el número de magos de verdad no es demasiado alto."
"Vaya suerte la mía..."
"Si, debes ser muy afortunada. De todos modos, por ahora lleva siempre el colgante que te di, incluso en el baño, al menos hasta que aprendas a usar la energía maldita dentro tuyo."
"¿Vas a enseñarme?"
"Es obvio, de que me sirve un asistente que solo sabe traer café, pero por hoy eso es todo, ve a casa, y descansa".
"Klaus, ¿No vas a decime en qué voy a ayudarte?."
"¿Quieres saberlo?."
"Por supuesto que quiero, aunque solo es curiosidad, estoy agradecida contigo por haberme ayudado hoy, aún sigo sin creerme todo lo que está pasando."
"Solo tengo una meta en la vida, mi único deseo es matar a cierto grupo de magos y a su deidad nada más, ya llegamos."
Klaus me dejó en frente a casa y baje de su extraño auto compacto, aún tenía la garganta con mi suspiro atrapado en ella."
Veía como se alejaba ese chico tan extraño que había conocido hace apenas unas horas el cual me confeso que quiere matar a alguien...
No sabía cómo tomarlo, el era el bueno o el malo... No tenía una respuesta en este instante.
Entre a casa, como de costumbre el lugar estaba hecho un desastre, mi padre... Desde la muerte de mamá no ha dejado de beber, había botellas de cerveza por todos lados, solo pude pensar que las limpiaria después, como todos los días. Hoy estaba demasiado cansada para hacerlo nada más llegar.
Fui a mi cuarto, probablemente el único lugar que no huele a cerveza y me acosté en mi cama.
Me había dado cuenta que había varios Duguan en varios rincones de la casa, todos era pequeños y algunos del tamaño de pequeños ratones escondidos en más esquinas, al menos estaba segura que no se acercaban a mi por el colgante que me dio Klaus.
Me recosté y cerré los ojos cayendo dormida, solo fue como un instante hasta que volví a abrirlos, por la ventana ya no entraba casi luz natural, me levanté lentamente y baje las escaleras, el olor a alcohol había aumentado o solo era mi imaginación... Cuando llegue al primer piso vi a mi padre tirado en el sofá con una botella de cerveza en la mano.
"Oh, Sara, ¿Cuando llegaste?."
"Hace unas horas... Papá, dijiste que ya no beberías más..."
"Oh...¿Lo dije?, No te preocupes lo dejaré mañana, lo prometo..."
"Dices eso todos los días."- Susurré.
"¿Dijiste algo?."
"Papá, me prometes que dejaras de tomar todos los días, por favor déjalo ya, no recuerdo cuando fue la última vez que te vi sobrio, a mamá..."
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Raro Mundo.
FantasySara una universitaria de 18 años se ve involucrada inesperadamente con un mundo que no conocía hasta el día de hoy, por cosas del destino conoce a un chico extraño el cual era parte se este mundo de fantasia que esperaba para devorarla por completo...