- Un...no sé, – dudó un segundo – realmente no lo sé, había algo ahí...me miraba, lo juro – sus ojos se abrieron como platos.
- ¡Vamos Barbie! ¿no estarás diciendo que aquí con nosotros hay alguien o sí? – la miré expectante, intentando imaginar lo que me iba a decir –.
- ¿Y si es un fantasma y estamos invadiendo su habitad natural?... joder, sería demasiado malo, los fantasmas son malos y... y...
- Bárbara cálmate, estoy seguro que no es nada, posiblemente ha sido un murciélago o una rata.
- ¿¡UNA RATA!? – exclamó alarmada – ¿Cómo que una rata? Tú no viste el tamaño de esa cosa, era grande, que digo grande, era gigante Tony, tenía cara de cualquier cosa menos de una rata.
Realmente estaba igual de asustado que ella, el lugar estaba demasiado oscuro y era casi imposible caminar sin tropezarse con muebles, eché un vistazo a Barbara, estaba temblando y aunque no podía distinguir claramente el color de su piel podía jurar que estaba del color del mármol.
- Iré a revisar ¿te parece? – le tomé las manos intentado tranquilizarla – no será más de cinco minutos, ¿vale?, no tardo.
- No Anthony, no quiero quedarme sola.
- ¡Vamos Barbara no empieces! No es momento para tus berrinches y escenitas – rodé los ojos con desánimo, mis planes se estaban echando a perder –. No es necesario que vengas conmigo.
- ¡Dije que no me voy a quedar sola aquí! ¿entendido?
- Pff – bufé – siempre testaruda ¿no?
- Suelen decírmelo, – me guiñó un ojo - ¿vamos?
- Claro "PRINCESA" – sonreí para mis adentros mientras su cara se transformaba – vamos.
- Creo que no es hora para el cinismo Anthony, y de verdad, te pido encarecidamente que me dejes de llamar así.
- Claro Barbie, – su seriedad era tan irreal que no pude ocultar una mueca de burla, realmente esa chica tenía que estar muy loca para pensar en el apodo que le molestaba tanto justo en ese momento –.
Barbara tenía el corazón en la boca, pensar que tal vez se estaban metiendo en la boca del lobo sólo la preocupaba más, la casa era inmensa y debido al estado de abandono en el que se encontraba se podría decir que en más de una década no había sido visitada por seres humanos, las telarañas y el olor a húmedo no ayudaban para su tranquilidad.
El lugar fue construido en los años 50's y había sido el hogar de una familia de inmigrantes irlandeses, la decoración pudo ser en su tiempo acogedora y el sueño de cualquier adicta a los objetos rústicos, pero ahora sólo era una sombra de lo que un día fue un cálido lugar familiar.
Mientras caminaban escuchaban la madera del suelo crujir de manera escandalosa, los muebles estaban cubiertos de sabanas que hacían que la exploración se hiciera difícil, Barbara, caminaba detrás de él, intentando estar lo más calmada posible y Anthony simplemente quería maldecir a los cuatro vientos el hecho de que algún vagabundo se hubiese metido al lugar y hubiese arruinado la sorpresa.
- Estoy segura que era una figura grande – tenía miedo de que realmente las cosas no estuviesen bien – ¿te imaginas que fuese algún alma en pena? No me sorprendería, el lugar es bastante antiguo.
- Barbara no creo que sea más que un animal o tal vez un par de vagos que han entrado a jodernos – escudriñó – y realmente no estoy dispuesto a lidiar con ellos – acaso no podían ir las cosas peor – lo mejor es que dejemos esto para otro día.
- Oye no, ¿qué sucede? ¿pasa algo? – Anthony estaba furioso, ¿era conmigo? Tal vez le molestó mi insistencia en que el lugar era una porquería, joder, ¿qué he hecho? – Tony, ¿estás molesto por algo?
- No Barbi, sólo que me jode esto, ¿sabes? He planeado esto por mucho tiempo y es bastante molesto que cualquier cosa lo eche a perder, no sé qué voy a hacer contigo, enserio.
- Vamos Tony, estamos en medio de una de las cosas más locas que me han pasado, estoy segura que hay un fantasma y te molestas por algo que tal vez no tiene importancia.
La cara de Anthony cambió abruptamente, me miró a los ojos y sentí como su rabia empezaba a ser más grande que él mismo, ¿qué había pasado? ¿Acaso algún ente del mal había poseído a su chico musculoso? Un sonido bastante fuerte los interrumpió, Barbara tomó fuerte el brazo de Anthony en un intento de protección fallida, ambos giraron en dirección de dónde provenía el ruido, sus ojos abiertos como platos intentaban divisar a lo lejos la causa de que sus espalda estuviesen muriendo de frío y sus brazos tuviesen los pelos de punta.
- ¿Tú escuchaste lo que yo verdad? – pregunté nerviosa – Estoy segura que vino de allá.
- Y yo estoy seguro que es algún vago desocupado, que se ha querido resguardar del frío.
El tono de su voz sonaba seco y distante, siento que cada vez que abra la boca será una manguera de estupideces que muy pronto acabarán conmigo o con mi amistad con Anthony, que en resumidas cuentas sería lo mismo que acabar con lo que sea que fuera yo.
- Tu actitud apesta, ¿sabes?
- Y tu boca estúpida también.
- Gilipollas, eso eres, ojalá nunca te hubiera hecho caso, - crucé los brazos – Ojala nunca hubiera venido a este lugar contigo.
- Ojalá nunca se me hubiera ocurrido traer a una princesa de hielo a este lugar. Ni siquiera has hecho un intento para que esto, que ya ni sé lo que es, sea un segundo agradable y eso apesta Barbi, y mucho. – Su pecho estaba hinchado, las pupilas de sus ojos estaban dilatadas y tenía los puños apretados –.
- No tengo intención de hacerlo, - rodé los ojos en una clara demostración de disgusto – realmente en este momento me importa muy poco tus valientes esfuerzos. ¿Al menos te preguntaste si me gustaría?
- Oh claro que lo hice señorita caprichos, - me miró furioso - varias veces para ser sincero y las respuestas a cada una de esas tantas veces que me pregunte era: "Oh vamos buen Tony, a Barbara le encantará la aventura, es una chica des complicada, sabrá lidiar con las cosas que puedan pasar y amará la aventura, te apuntarás un punto positivo", creo que mi yo interior ha fallado en su intuición.
La ironía de sus palabras hicieron un hoyo en mi corazón, ¿Qué le pasaba? Parecía una persona totalmente diferente, si hubiera podido lo hubiera estrangulado con mis propias manos y no me hubiera importado quedarme con su corazón.
- Creo firmemente que sí, Anthony, sabes perfectamente que soy una persona...
- Que eres una persona totalmente distinta a la que creía conocer, fue una tontería, lo admito, ahora usted señorita Knightley, ¿podría disculparme?
- Por favor deja eso, no es que odie mi apellido, pero en tus labios y en esta situación se oye bastante incómodo.
- Pues tendrás que acostumbrarte, soy sólo un gilipollas que no sabe absolutamente nada de ti.
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