III. Bakugo Katsuki

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Con la mirada fija en el horizonte, Katsuki decide que ya ha esperado lo suficiente después del alba. Es hora de despertar al humano como suele hacer desde que le trajo a su nido. Tal vez lleve cerca de una semana viviendo con él y, aunque no ha hecho ningún esfuerzo especial por hacerle los días más llevaderos, debe admitir que ya no se aburre tanto.

Le divierte ver la molestia que él cree que disimula en esa postura rígida suya. Ideal sería que solo se relajase y disfrute de su estadía en la montaña, pero está aprendiendo a conocer el tipo de persona que es Shoto: tiene un orgullo férreo que le recuerda a su propia especie, pero la debilidad inevitable de una carcasa humana.

Contradictorio e interesante. Al menos, como mascota, cumple su propósito.

Le encuentra justo donde le dejó la noche anterior: aovillado sobre su manto bermejo favorito, usa la piel de oso como almohada y tiene el rostro relajado, suave como una cría. Evita dormir con él cada noche para dejarle algún espacio que sienta suyo, así que suele descansar en el tejado de la fortaleza ruinosa. 

Lo patea suavemente por la espalda, sacudiéndole con la fuerza necesaria para arrancarle de los brazos del Dios Sueño.

—Oye, principito —Se agacha hasta quedar en cuclillas a su lado, viéndolo ahora más de cerca—. Vamos, despierta ya, perezoso. Quiero mostrarte algo.

La cola escamosa y las alas le vibran por la anticipación. Está a punto de suceder algo genial y quiere que el príncipe lo vea.

Shoto gruñe, pero ni siquiera se molesta en protestar. Se rindió tras la cuarta mañana repitiendo que puede solo hablarle y él se despertará de todas formas. Estira la espalda una vez incorporado y le mira de mala gana, pasándose una mano por el cabello revuelto tras el sueño.

—¿Un río y jabón? 

—¿Qué es jabón?

No es sarcasmo. Hay una genuina curiosidad en su pregunta. Shoto le ha enseñado mucho de su mundo en los últimos días, como por ejemplo, que la vara que hace música se llama «flauta», y que no es la única herramienta creada por los humanos para construir sonidos. Está ansioso por robar más, pero tendrá que esperar a su próximo viaje al Nido Humano... Al cual no piensa llevar a Shoto. No se arriesgaría a que escape.

Sin embargo, «jabón» es algo que nunca escuchó de él. Seguro es alguna especie de arma. Le preguntará más tarde, por ahora ni siquiera deja que responda.

—Como sea, te llevaré al río después. —Como cada día, le agarra por debajo de las axilas sin importar lo que tenga que decir y le saca volando de la torre; pero en vez de dejarle en el suelo sube directamente a la azotea donde acostumbra dormir. El sol no termina de salir, pero casi.

Llegan a tiempo.

En esta época del año ocurre algo que los humanos conocen como Solsticio. Sin embargo, para los dragones, es una leyenda: El cascarón del cielo se rompe y da vida a un nuevo dragón. Lo cual es más una realidad que un cuento para niños. La manada se ha ido, así que a Katsuki le toca esperar solo el nacimiento del nuevo miembro.

Shoto parece confuso pero también dispuesto a esperar una explicación con paciencia. El cielo empieza a aclararse y en cuestión de minutos el sol despunta por el horizonte, un amanecer que ha estado apreciando en silencio desde que le trajo aquí, más hermoso que los que pueden verse entre palacios. Entorna los ojos, usando la mano de visera para no mirar de manera tan directa al sol. El entusiasmo de Katsuki le hace asumir que es un acontecimiento especial para él, pero la verdad es que el único cambio que nota es que aquí arriba hace más viento.

—Tres... 

—¿Katsuki?

—Dos... 

Todoroki no entiende nada. Ni un poco.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2021 ⏰

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