Veía a Nicole sufriendo, todas las noches teníamos que estar seguros de que respirara bien.
Todos los días eran de preocupación y llanto interno. Y cuando digo llanto interno, es hacer referencia al mismísimo destino.
En verdad estábamos perdidos entre tantas citas, me acostumbre a el olor de el hospital por las madrugadas, las noches eran cada vez más cortas y la ausencia del sueño era impredecible.
Entre más dolor había en ella, podía sentir como mis pulmones pedían golpes; y es que todo era por ella, todo, hasta el vómito que me provocaba después de comer. Los ángeles que cuidaban de ella han desaparecido, he perdido la fé en el futuro maravilloso.
Eran ya la 1:34 a.m y Nicole había logrado dormir, pero yo... Tenía que estar segura de que seguiría respirando, tenía que seguir las indicaciones que me habían dado para alargar su tiempo de vida. Yo arriesgaría todo por que ella respirara sin problemas, haría hasta lo más inhumano para que pudiese vivir 24 horas más, y aún así yo seguiría sin dormir.
En veces despertaba llorando diciéndole a sus brazos que dejaran de atarla a la cama, y volvía a dormir.
-El desayuno está listo niñas, levantense antes de que decida dárselo al perro.- gritó mi mamá mientras levantaba los pedazos de vidrio que había roto anoche.
-Lydia, cariño, llegaré tarde a la reunión. Por fin expandiremos la empresa y creo que me aumentaran el salario. ¿No hay problema si no desayuno hoy con ustedes?- dijo mi padre apurado.
-No es la primera vez que lo haces.
-No volveré a discutir Lydia, cuida de Nicole. Nos vemos en la cena, las amo. - cerró la puerta.
Mis padres han querido divorciarse desde hace meses, y mi madre ha intentado suicidarse. Cada sábado van a terapias y regresan bien, hasta que pasan 5 horas y vuelven a discutir. Vivimos bien, pero todo eso... Nicole... Hacen que mi vida no sea vida. Y mi presencia esté ausente.