Llegamos corriendo hacia el patio de la escuela, alcé una ceja al ver a mis amigos cabizbajos y con decepción en su mirar. De hecho, Sasha se encontraba llorando.
—¡Chicos!, ¿qué les sucedió? —pregunté preocupada.
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Sasha, Jean y Connie comenzaron a contarnos sus intentos fallidos en los clubs de la escuela.
Sasha entró al club de cocina pero pensó que consistía en probar la comida. La castaña se comió todo cuando nadie miraba, sin embargo, la descubrieron y la echaron de ahí.
Por el otro lado, Connie intentó en el de béisbol por su cabeza rapada pero no aguantó el peso del bate, pues aquel club era compartido con los titanes.
Faltó poco para ver a Jean aplastado. Intentó en el club de fútbol, no obstante fue intimidado por los titanes y sus balones gigantes.
—¡Maldición! —exclamó el último mencionado— ¿qué clase de instituto es este?
Estaba por contestar cuando una voz masculina se me adelantó.
—Por lo visto, en todos los clubes pasa lo mismo.
—Reiner... —nombró Jean al reconocer al dueño de aquella voz.
Un sonrojo apareció en mis pómulos al momento de sentir la mirada del rubio. Reiner me había declarado sus sentimientos unos días antes de entrar al instituto, le pedí tiempo para pensar en la posibilidad de una posible relación, aún no estaba segura de lo que quería. Bueno, nunca he sido segura.
Mientras tanto, nos topamos siempre en los pasillos o con nuestros amigos, debo admitir que admiraba como trataba a los demás, la amistad y seguridad que transmite. A veces le tengo envidia, de la buena, claro.
Él no dejaba pasar la oportunidad cuando nos encontrábamos, siempre me observaba y brindaba una buena conversación, su mirada no disimulaba mucho y eso me hacía sonrojar. Todos en la escuela -excepto Eren, por alguna extraña razón- nos emparejaban tanto que comenzaba a pensar que tal vez no sea mala idea corresponderle.
—¡Achu! —exclamó Armin sacándome abruptamente de mis pensamientos.
—Salud —le dije mientras palmeaba cariñosamente su cabeza.
—¿Quién es ese chico?
Krista lanzó la pregunta, provocando que volteara a verla y notar que no estaba sola; Bertholdt, Ymir y Reiner la estaban acompañando.
—Es Armin, el que nunca viene a clase —contestó Eren con una sonrisa.
—¡Soy Armin Arlett, encantado de..!
El rubio no pudo continuar pues un estornudo lo interrumpió, intentó retomar la palabra pero estornudo otras veces seguidas y en cada una de esas le dije «salud».
—¿E-estás bien? —preguntó Berth al ver que mi amigo no paraba de estornudar.
