Capítulo 4: "Si. Definitivamente él es bipolar."

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Mi estómago se retorció dolorosamente.

“Bueno, me dejas tranquila al escuchar eso…” Respondí sarcásticamente con los ojos llenos de preocupación. Eché un vistazo afuera. Un susurró vino de su boca y vi como dejaba escapar una sonrisa de sus labios.

“Tienes humor, me gusta.” Volvió en ese instante la cabeza hacia su derecha para expulsar el humo de su boca en dirección hacia la ventanilla del coche, y poco después la cerró.

“Si, bueno, a mi me gustaría vivir también, si no te importa me puedes decir a donde vamos, porque hasta ahora no estoy muy tranquila.” Murmuré, hurgando en mi asiento.

“Tómatelo como quieras shawty, no te voy a matar.” Sopló el humo de su boca, pero esta vez sin abrir la ventana. La nebulosa de humo rodeó el coche un poco antes de desaparecer lentamente. Cuando el humo terminó de desaparecer, tiró el cigarro en el cenicero que había en el coche.

“¿Como voy a saberlo? Estoy en un coche con un asesino.” Rodé mis ojos, crucé mis brazos sobre mi pecho.

“¿Vas a reprocharme eso en la cara, cada vez que abra la boca para decir algo?” Gruñó con voz grave, su voz era profunda y sus ojos oscuros.

Aclaré mi garganta, me sacudí la cabeza varias veces “No.” Contesté levantando mi voz. “Lo siento….” Tragué con dificultad, podía sentir mis manos sudar.

“Bien, porque no estoy de humor ni para oírte a ti….” Volvió su mirada hacia el frente, para mirar la carretera por la que íbamos, volviendo de nuevo a la calma. “Ni a tus molestos comentarios sobre mi.”

A este chico A, se le va la cabeza, B, esta loco o C, es bipolar.

Hasta el momento me estoy inclinando hacia la última opción, es bipolar.

“Oh vaya, Gracias.” Cada palabra que decía goteaba de sarcasmo. “Déjame decirte, que es muy agradable estar contigo.” El incómodo silencio que sentía entre nosotros realmente no ayudo a la situación, le miraba de vez en cuando, sintiendo el nudo en mi estómago.

“Realmente, ¿crees que me importa?” Dijo con veneno en cada palabra que pronunciaba. Sus dedos se enroscaron alrededor del volante, manteniéndolo apretado. Lo sabía, porque sus nudillos estaban blancos de tanto apretar fuerte contra el volante.

No contesté. En cambio, suspiré, mirando hacia delante y sin molestarme en abrir la boca.

Pero por sus miradas, parecía que quería que le respondiera.

“¿Me vas a responder o simplemente me ignoras como a un idiota?” Siseó. Sentí mi aliento agitarse y crucé las manos.

¿Cuál era su problema?

“¿Que coño quieres que te diga?” Le dije con voz alta y llena de rabia, cada vez mas frustrada con este chico.

“No lo se, ¡cualquier cosa!” Tomó un giro por otro camino. “Simplemente no me ignores.”

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