My heart shakes

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Hola, cucuruchos, voy a ser superrápida:

1. Agradezco de todo corazón el cariño que le dieron al primer capítulo, me hizo muchísima ilusión Ü.

2. Se suponía que debía ser el final pero las cosas de la vida han hecho que una escena destinada a ser de 200 palabras acabara con un cero más a la derecha y, en fin, que tendréis un tercer capítulo antes de final de mes.

3. He empezado a escribir un AU!FushiItaSuku (da igual el orden) en el que todos son humanos pero pasan cosas paranormales, no lo empezaré a subir hasta terminar este, pero quería saber qué opinabais al respecto.

4. ¿Cómo vais con el anime? Cada día me enamora más Nobara. ¿Y el manga? Cada día me arrepiento más de saber cosas del futuro.

Un abrazo fuerte, espero que os guste :D

Tras su regreso, Itadori comienza a tener pesadillas

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Tras su regreso, Itadori comienza a tener pesadillas.

Todas las noches.

El burbujeo de su voz hierve con remisa, como si el sueño luchara por emerger; primero brotan notas graves, confusas, e inmediatamente después, se infla una palabra y explota.

—Junpei.

Una vez se rompe la barrera del calor no hay vuelta atrás, el control de las partículas se desvanece y solo queda humo.

Humo húmedo cargado de culpa.

—Lo siento. Quería llegar antes. No lo sabía. Perdón.

Las paredes amojamadas del Colegio de Magia Metropolitana de Tokio filtran los nueve grados de la intemperie, esa que se cristaliza en la calzada y da cobijo a la gente que no tiene casa a la que regresar, sin embargo lo que despertó a Megumi en aquel momento de un sobresalto y tiritando fue la angustia, la pesadumbre y la impotencia que cascaba la garganta de Itadori y terminó por apuñalarlo a él.

Dura poco.

Diez minutos a lo sumo.

Lo suficiente para partirle el alma.

La primera vez, su impulso (irracional y patético) fue cruzar a zancadas desnudas el pasillo y dirigirse hacia su cuarto. Sabía que, fuera lo que fuera, no había energía maldita implicada en ello y a pesar de sentir la distintiva falta de pesadez inhumana, de no captar el hedor marchito que segregan las emociones bajas, antes de darse cuenta y de detener la maniobra, estaba afianzando su tonfa contra el antebrazo mientras empujaba la puerta de un golpe con la ansiedad palpitándole en la sien.

—Qué pasa —Itadori tenía los ojos desorbitados y el pelo arena sin amansar. En calzoncillos de rayas verdes—, qué ocurre.

Se había quedado a medio levantar, las piernas enredadas entre las sábanas, una mano en el cordel de la lámpara, encendiéndola, con la otra se apartaba el flequillo de la frente. No parecía afectado o herido o distinto y conforme la corriente atravesaba el alambre de la bombilla y el cuarto adquiría una nitidez aleonada, Megumi comprendió lo que acaba de hacer.

Under this vast sky [FushiIta/ItaFushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora