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«¡Lindo día» pienso mientras veo como un par de niños divertirse jugando al fútbol con un sonriente padre que recibe el balón mientras mira a quien supongo es su esposa. Ella cruza miradas con él y una sonrisa se escapa de sus labios. Son una familia feliz, la mujer disfruta observando y fotografiando a sus hijos y marido.

—¡Qué hermoso! —susurro lo suficientemente bajo para que nadie me escuche. Me encantaría saber lo que es tener una familia feliz y vivir momentos así de bellos pero, lamentablemente, no tuve esa suerte. Las personas que se suponen eran mi familia ya no están junto a mí y, por una parte, agradezco eso, pero por otra, la culpa me carcome.

No puedes seguir así, Enzo —me decía mi hermana—. Un día puede que te haga algo más grave.

—No lo hará —respondía con el tono más seguro que podía—,es mi padre.

Mi niñez fue una pesadilla, mi padre me golpeaba, comenzó cuando tenía solo cuatro años, según él era para que sea mejor, decía que así lo habían criado y gracias a eso era un gran policía. Mi mamá lo sabía pero no hacía nada, se quedaba en un costado viendo como él me golpeaba con su cinturón o con lo que tuviera a mano. Nunca tuve malos comportamientos, era un buen niño y tenía buenas calificaciones, pero aun así, él me pegaba. Ni siquiera podía decir una palabra porque a los dos minutos estaba llorando en el suelo por el dolor.

Fue después de terminar en el hospital cuando las cosas comenzaron a cambiar, pero no en él, mi padre me seguía golpeando aún cuando tenía grandes moretones y un yeso en el brazo, nada le importaba. Dejé de asistir a la escuela por un tiempo porque no me dejaba ir para que no vieran mi estado. Fue mi hermana quien comenzó a sacarme de ese pozo en el que me estaba hundiendo, ella es mayor de edad y, en ese momento, estaba finalizando la carrera de medicina. Ya no vivía con nosotros, cuando cumplió la mayoría de edad se fue a vivir con una amiga; con papá no habla- no tengo claro por qué, yo nunca vi que la golpeara, ella nunca presentaba moretones ni nada que demostrara que era violentada- y su relación con mamá no es muy buena, por lo que a veces viene a casa pero solo para verme a mí.

Nuestra convivencia siempre fue muy buena, es la única a la que le conté todo lo que papá me hacía, pero siempre le pedía que no le dijera a nadie, que algún día dejaría de hacerlo. Lo cumplía, hasta que me vio internado, tenía contactos en el hospital entonces tomó las pruebas necesarias para denunciarlo.

Tomó mucho tiempo llegar al juicio, lamentablemente, como papá tenía un rango importante en la policía y contaba con gran cantidad de gente a su lado, lo único que conseguimos fue una orden de alejamiento en su contra y que lo reubicaran en una comisaría más lejana. Aunque no terminó en la cárcel como queríamos, esto me alivió un poco el sufrimiento.

En cuanto a mi madre, era actriz, ella ya no está junto a mí, cuando se enteró de lo que mi hermana hizo contra mi padre y que ahora lo habían alejado se distanció de nosotros, nunca supe más nada de ella. Un día desperté y noté que mi mamá no estaba en casa y tampoco sus pertenencias, ni siquiera dejó una carta de despedida o una nota que dijera donde estaría; decidió escaparse así, sin más, dejándome solo, huérfano.

Estuve unos meses en un orfanato, no era un mal lugar, pero no me encontraba cómodo allí. Mi hermana logró que la jueza me dejara a cargo de ella, aún no soy mayor de edad, por lo que ella es mi tutora. Ya son tres años de perder a mis "padres", creo haberlo superado. Mi hermana se esforzó en hacerme entender de que todo era por mi bien y de que esto es lo mejor que me pudo haber pasado.

Recuerdos que dañan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora