CAPÍTULO VII

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La música se escuchaba a tres cuadras a la redonda cómo mínimo. Cuando comenzaron a acercarse, a Jungkook ya se le había revuelto el estómago.

Lo peor de todo, es que Jimin le había dicho que lo recogiera, pero jamás le dijo a dónde se dirigían. Claro, ahora lo veía con claridad, una mega fiesta en Seocho-gu.

Aquellas fiestas solían terminar de dos formas:

La primera, con una pelea monumental de borrachos. O la segunda, con la policía llevándose detenidos a un montón de ebrios golpeados. Aveces, por ambas razones, pero jamás terminaban bien.

Jungkook estacionó la motocicleta frente a la casa de la fiesta. No la conocía, no sabía quiénes eran los dueños.

Se quitó el casco y resopló - Ah, Jimin hyung, ¿Una fiesta? - hizo una mueca reacio

- Vamos, Jungkook, no seas amargado - pidió

- Hyung, ¿Y si vengo a recogerte cuando se acabe? Por favor, quiero irme a casa - pidió en un puchero

- No, ¡ni hablar! - Jimin dejó su casco y el de kook asegurados y lo arrastró dentro de la casa.

Fue justo en aquel momento cuando el aroma a cigarrillo, alcohol y sustancias de dudosa procedencia marearon aún más al alfa.

Dios, una fiesta era la guinda de la torta y lo último que necesitaba en su día. No había dormido absolutamente nada y, obviamente, no dormiría si estaba metido en aquel barrio.

Apenas entraron a la casa, Jimin desapareció. El alfa resopló, sabía que pasaría. Siempre pasaba cada vez que salían de fiesta de aquella manera.

Miró a su alrededor intentando que la música que retumbaba en sus oídos no le diera jaqueca y resopló cuando notó que no lo lograría.

Caminó entre el tumulto e ignoró la barra de tragos que rebosaba de distintos tipos de alcohol. ¿Ésta gente no comía? No, al parecer lo único que les importaba eran el alcohol y las drogas.

Vislumbró un rayo de luz cuando al final de un pasillo que parecía vacío, vio una puerta solitaria.

Con suerte era un baño o un armario y podría encerrarse y dormir ahí hasta que Jimin le buscara y pidiera que se marcharan.

Sonrió cuando al girar el pomo, la puerta se abrió con facilidad. La pequeña brisa que dio directo en su rostro lo hizo temblar. No necesitaba encender la luz para reconocer aquel aroma.

No tenía duda alguna de que estaba en el cuarto de Yoongi, todo el lugar olía a él de manera intensa. Se apresuró a entrar y se encerró ahí, intentando que el aroma a cigarrillo no contaminara aquel santuario.

Llenó sus pulmones de aire y los vació de manera lenta, soltando un suspiro placentero mientras sonreía. Ah, su alfa que había rasguñado por irse a casa, sentía que ya estaba en ella.

De pronto, el ruido dejó de molestarle y su vista se acostumbró poco a poco a la oscuridad de la habitación.

Casi por inercia caminó hacia la cama y se lanzó en ella. Parecía que todo el cansancio acumulado hacía por fin su aparición.

Tan agotado, que ni siquiera le importó su intromisión. Necesitaba dormir envuelto en el aroma de su autoproclamado Omega.

Se acurrucó abrazando una almohada y cerró los ojos disfrutando de su maravilloso olfato.

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Opposites - Kookgi +18 (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora