— Te extraño...—Susurre al reflejo que veía en el agua que caía de la cascada, mientras yo me encontraba refugiada dentro de la Cueva.
El sol ya se estaba ocultando en el horizonte, dejando que la inmensa capa de la oscura noche cayera sobre el reino. Las paredes de la cueva se sienten ásperas y frías al tacto mientras busco la salida para llegar al pueblo, he recorrido muchas veces a lo largo de los años la cueva; pero se me es difícil acostumbrarme ha esta, con cada pisada que daba las pequeñas piedras que cubrían el suelo hacían un ruido que retumbaba en medio de la penumbra. Al llegar al exterior pude distinguir el espesor del bosque, aún se podía ver un poco de luz; lo suficiente para llegar a tiempo al palacio aunque la presentación sería a media noche.
Empecé a correr mientras me camuflaba por las sombras de los árboles, esquivando las ramas de los frondosos árboles que rozaban mis brazos; que se encontraban cubiertos por la fina tela del vestido de seda que llevaba puesta y con el que había logrado salir esta misma mañana del palacio, claro que la señora Ingrit me advirtió que debería regresar antes de las seis de la tarde, pero al parecer ya eran más de las ocho, no pude contener la sonrisa que se me formo en mi rostro de solo pensar cómo se pondría de histérica; cuando me viera cubierta de barro de pies a cabeza, creo saber que me tendría que tomar más de un baño para que se pueda volver a distinguir quien soy y así presentarme a los demás.
Al llegar a la puerta trasera del palacio me quedo parada contemplándola; puede que para muchos de los sirvientes sea una puerta que esta tallada con símbolos y dibujos raros en ella y que lleva quince años allí, pero es justamente eso lo que me fascina de ella, que puede que lleve mucho tiempo, pero al verla siento que una parte de mi se une a ella...
—¿Su alteza? — me gire sobresaltada al escuchar a alguien detrás de mí, era Aira que por su cara podría apostar que estaba sorprendida y molesta, bueno no a cualquier sirviente le gustaría atrasarse con su trabajo, creo.
—Aira cariño no te preocupes, todo estará bien— le dije mientras me acercaba a ella lentamente y alargaba mi mano a su rostro, mientras ella retrocedía con los ojos muy abiertos.
—¿No me darás un abrazo?
—No
—¿Enserio? — Pregunte divertida por la cara de horror que puso al ver mi mano llena de barro cerca de su rostro.
—Necesita un baño su alteza déjese de juegos— respondió intentando estar calmada, sabía que no le gustaría arruinar su impecable vestido.
—Está bien — dije acercándome a ella — Me daré un baño, —Le sonreí divertida por cómo se ponía alerta —¡Solo si me das un abrazo! — exclamé antes de saltar encima de ella arrojándonos al suelo.
—¡Alisa!, ¡Basta! — exclamo mientras reía conmigo Aira es más que una simple sirvienta del castillo es como mi hermana, ella sabe de mí, sabe lo que sufrí y aun sufro por su ausencia. Al solo recordarlo siento un escalofrió y dejo de sonreír de inmediato, mientras los recuerdos tratan de impactar en mi mente, pero no les doy tiempo a que lo hagan se que puedo sobrellevarlos ya lo hice hace años...
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Trilogía Reflejos 1: Reflejos en el espejo
FantasyY que es de mi destino ¿Habrá acaso un camino? ¿Podré volver al lugar en el que comenzó mi dolor?... Leer la sinopsis...