Cediendo.

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La veo.

A ella.

Ahí tan tranquila...

mientras él hace lo que le plazca con mi cuerpo...

No lloro, no sale nada de mí.

Ni un solo sonido.

¿Cómo podría?, ¿De qué me sirve?

Las suplicas anteriores jamás lo detuvieron, y ella solo las disfrutaba.

Quiero ceder a esas voces.

Lo hare.

Estoy cansada.

Verdaderamente cansada de todo.

Ella se contactó con ese lugar, sé que iré.

Pero si me voy, no será con las manos limpias.

Miro la hora, y miro mis manos que cargan el cuchillo.

Ya estoy en un punto sin retorno.

Los dos están durmiendo plácidamente...

Tu puedes, clávalo...

apuñálalos a los dos...

¡Lo merecen!, ¡Hazlo de una vez!

Les hago caso y entierro el cuchillo con fuerza en su garganta, lo vuelvo a hacer dos veces más.

Las voces chillan con alegría incitándome a que lo haga otra vez.

Ella despertó y tiene el celular en la mano, llamando a ese lugar con gritos desgarradores que solo me hacen sonreír.

No lo pienso dos veces y le lanzo la primera apuñalada a ella en su ojo, los mismos ojos que me vieron sufrir...

Ahora estoy viendo esos ojos que poco a poco se quedan sin vida mientras sigo moviendo el cuchillo.

Los susurros siguen incitándome a que continúe.

Me alejo y observo los dos cuerpos inertes en la cama, con una gran mancha de sangre en las sabanas.

bajo la vista y analizo mis manos manchadas con ese liquido carmín, mientras una gran sonrisa se desliza por mis labios.

Ahora los susurros dicen otra cosa...

Solo por esta vez volveré a ceder a sus locuras antes de irme...

Paso la hojilla afilada por mis muñecas, viendo como mi sangre cae deslizándose por mi antebrazo.

Veo las gotas en el piso, mezclada con la de las personas que acabo de asesinar...

Mate a dos personas...

Y no me arrepiento, ni siento pena de absolutamente nada.

Debería estar preocupada, como cualquier persona normal...

Pero tu no eres para nada normal...

Después de ese inquietante susurro escucho unas potentes risas en mi cabeza.

Ahora todo me da vueltas...

Antes de que pueda seguir, entran unos policías con otras personas vestidas de blanco y ven la escena.

Estoy perdiendo sangre, pero aun así trato de atacarlos.

Un intento bastante inútil...

Dos me toman con fuerza inmovilizándome.

Acercan una jeringa a mi brazo y por mas que meremuevo, me la clavan en el cuello y caigo en una profunda oscuridad.

Susurros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora