10 DE FEBRERO

817 81 21
                                    

No le gustaba celebrar su cumpleaños. De hecho, no lo hacía desde hace muchos años, pero, ¿ni siquiera Armin y Eren se habían acordado? No necesitaba regalos, no necesitaba una tarta, solamente quería un simple abrazo, una felicitación. Mikasa suspiró y se resignó. "Tienen muchas cosas en las que pensar" se consoló. Aunque, en el fondo, le dolía bastante.

Era el diez de febrero e iba a pasarlo limpiando y engrasando los equipos de maniobras tridimensionales en un cuarto sin ventanas.

-Mikasa, cuando acabes con eso, reúnete conmigo en el comedor -le ordenó Hange, que entró en la habitación provocando un gran estruendo.

-Yokai -contestó y siguió absorta en sus pensamientos. No le apetecía tener una extensa y aburrida charla sobre las últimas teorías de Hange.

Intentando retrasar ese suplicio lo máximo posible, ralentizó la velocidad con la que hacía su tarea. "Con un poco de suerte, celebrarán la reunión sin mí". En ese momento, no le podía interesar menos la opinión de Hange sobre si el culo de Reiner estaba hecho de metal fundido o si el maldito mono gigante podía dar volteretas.

-Mikasa, ¿todavía no has terminado? -volvió a entrar en la habitación, parecía nerviosa.

-Aún me queda bastante -señaló un montón de equipos todavía sin arreglar.

-Bueno, mañana lo acabas. Esto es más importante.

-Pero... -intentaba encontrar una escusa que la librara de semejante sufrimiento.

-Es una orden -dijo firmemente. A Mikasa no le quedó otro remedio que levantarse y seguirla por el pasillo. Se detuvo frente a la puerta del comedor que utilizaban los altos mandos cuando estaban en Trost y le hizo una señal-. Vamos, entra.

Mikasa abrió la puerta y dio un salto asustada cuando escuchó un sonoro:

-¡Sorpresaaaaaaaaa!

Jean, Eren, Armin, Sasha y Connie habían decorado el comedor con flores, velas y una enorme pancarta en la que ponía "Feliz cumpleaños, Mikasa".

-¿Te gusta? -preguntó Armin entusiasmado.

La chica los miraba, con la boca abierta, sin poder articular palabra.

-¿Mikasa? -Eren la zarandeó para que respondiera.

-¿Ha... habéis hecho esto por mi? -tartamudeó. Se le llenaron los ojos de lágrimas de gratitud.

-Pues claro, tonta -Sasha sonrió ampliamente.

-No... No sé qué decir... -sin poder evitarlo, las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas. Intentó ocultarlo, porque no querían que la vieran llorar, pero era imposible esconderlo.

-Ay, Mikasa -Sasha se abalanzó sobre ella y le dio un abrazo. Escondió la cara en el cuello de su amiga. Sintió como los demás también la abrazaban.

-¡Yo también quiero! -gritó Hange mientras se unía al abrazo.

Eren fue el primero en romper el abrazo y, poco a poco, lo hicieron los demás. Jean fue el último en separarse de ella.

-¡Vamos a comer! -Sasha y Jean desaparecieron en la cocina y volvieron con varios platos de comida. Connie, por su parte, trajo un par de botellas de vino.

-¿Te quedas, Hange? -Armin estaba preparando los platos.

-¡Claro! -parecía emocionada.

-¡Oi, oi! -Levi entró en el comedor-. No podéis estar aquí.

-Yo les he dado permiso -Hange le cogió por los hombros-. Le hemos hecho una fiesta sorpresa a Mikasa.

-Quédate, ¡hay comida de sobra! -Eren le indicó que se sentara en la mesa.

21 DÍAS: JEANKASA ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora