Prefacio

1K 46 126
                                    


                                      ┅┅━━━━ ۵ ━━━━┅┅𝑷𝑹𝑬𝑭𝑨𝑪𝑰𝑶┅┅━━━━ ۵ ━━━━┅┅

"Mi querido amigo, no somos híbridos, ni bestias, ni criaturas con las que podáis jugar y tratar pacíficamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Mi querido amigo, no somos híbridos, ni bestias, ni criaturas con las que podáis jugar y tratar pacíficamente. No, no. Somos la raza más poderosa y peligrosa sobre la faz de la tierra, y es eso lo que nos pertenece."
                                                                                                                                                   —Lesmes Odón


El lugar era alejado. Los curiosos se mantendrían lejos y los que no se mantuviesen lejos serían aniquilados. Svalbard les ofrecía la protección que necesitaban. Ulv se había ofrecido a dejar su gran mansión como guarida. Eran pocos, no podían salir sin ser descubiertos.

En la gran mesa de madera que ocupaba la estancia, yacía un mapa del mundo, con todas los puntos importantes, los que eran enemigos y los que eran aliados.

Recorrió el mapa con los dedos. Fuera tronaba y nevaba con gran fuerza. Svanort miraba por los ventanales los jardines nevados pintados de negro por la oscuridad. Vigilaba para ver si venían los otros, pero el tiempo pasaba y comenzaba a desesperarse.

Travers se acercó hasta él. Como Rockwood, los Carrow, Jugson, Macnair y él mismo, habían salido de Azkaban gracias a una poción que les coló una de las sobrinas de los carroñeros. No las distinguía, pero ahora se debían a su causa, habían hecho el juramento.

—Están aquí.— dijo Svanort con voz empalagosa y un rudo acento. Asintió complacido.

Ocupó el asiento presidente en la mesa y el resto fue viniendo. Jugson se sentó a su lado con los dedos entrelazados, expectante por ver a sus aliados. Macnair se situó en la puerta con aquella gran hacha de verdugo que siempre traía entre las manos. Observó como los Carrow también tomaban asiento junto con Roockwood y el señor de la casa, Einar Ulv.

Ulv movió la varita y las puertas de la casa se abrieron. Majestuosas verjas negras se convirtieron en humo negro, y el acero de la puerta principal se abrió con un crujido que se escuchó hasta en aquella sala de reuniones.

Comenzó a escuchar las pisadas de sus amigos, hasta ver sus sombras danzarinas reflejadas en la pared por el fuego de las antorchas que iluminaban el sinuoso pasillo desde la entrada hasta la sala.

Macnair apretó el arma entre sus manos, dispuesto a dar un golpe certero en cuanto fuese necesario. Sus invitados cruzaron el umbral donde Macnair les dirigió una mirada de desconfianza con aquellos ojos negros y pequeños.

Sonrió de medio lado al ver al enorme lobo negro que cruzaba con paso tranquilo la sala. El generador de leyendas que asustaban a niños estaba ahí. El Grim. Las leyendas se quedaban cortas.

Casi tan grande como un oso, tenía el pelaje negro empapado y una gran cicatriz en el lóbulo frontal, los ojos rojos brillantes y unos dientes tan largos como sables. Sus acompañantes tampoco se quedaban atrás.

El Orbe de Merlín || Tercera Generación IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora