8. Eun-Yeong

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Finalmente el anticristo ha llegado.

Eun-yeong vino desde Corea para conocer a su "prometido", me frustra demasiado que todos siempre estén planeando cosas sin el permiso o la autorización de los principales involucrados, en este caso nadie pidió la opinión de Tae-sung al respecto, solo le informaron de aquél horroroso plan, esperando que él solo asintiera y obedeciera sin decir nada más. Él tiene cerebro propio, ¿Sabían? Puede pensar por si mismo y tomar sus decisiones.

La vi por primera vez en la madrugada, acababa de llegar de un lugar llamado aeropuerto, se veía cansada, con la piel brillante y ojeras negras, aún así se veía bonita y feliz, emocionada. Vi al señor Kim tomar el auto e ir por ella junto con su chófer personal. Sí, sí, la chica es linda, pero siendo sincera no la puedo imaginar con Tae-sung por el resto de su vida, además de que eso sería muy doloroso para mí ama, ella ya ha asimilado que él fue hecho por su creador para ella. La respuesta a sus oraciones de adolescente, porque si, ella lleva orando desde la adolescencia por un esposo, recuerdo una vez que la vi orando.

— Dios, si tus planes para mí es que me casé dame a alguien que me ame, que sea devoto a ti...de ser posible que sea asiático o alemán.

¡Y vaya que Dios la escucho!

Tae-sung llegó a su vida un año después de aquello. Pero ahora todo se está derrumbando. Debo admitir que sentí pena por Eun-yeong, cuando la ví en la tarde del día siguiente se veía muy feliz y bonita, estaba con Tae-sung a su lado y se aferraba a él, tomándolo del brazo, hablaban en ese idioma extranjero tan singular, se veía supremamente feliz, tanto que no paró de reír y saltar de un lado a otro, luciendo un bonito vestido y costosas joyas. Parecía una niña pequeña, realmente sentí pena por ella, ya que aunque Tae-sung fue cordial y agradable con ella todo el tiempo, se veía que la situación le incomodaba, lo sabía, porque mí nariz detecto el olor del enojó, aburrimiento y tristeza proviniendo del pobre chico, realmente me sentí mal, ella parecía muy ilusionada con él, pero sé con certeza que él jamás la va a amar tanto como lo hace con mi dueña, ella lo ama y él a ella, Tae-sung es muy afectuoso, amoroso, cordial y demás cosas buenas en el diccionario con ella.

Mientras que con Eun-yeong es más bien secó. Pero realmente sentí mí corazón romperse cuando Samy llegó de la universidad, dejó sus libros en su escritorio y tomó al bebé reborn que al parecer es de un kit asiático, ese que le dió Tae-sung de regalo cuando ella se sintió mal y se acercó a la ventana, mirando a través de ella, pude ver la impresión y la tristeza en sus ojos, al asomarme vi lo que provocó su cambio de humor. ¡Juro por las barbas de Félix que intenté detenerla! Mordí sus zapatos, intenté aruñarla incluso lamí el rostro de una de sus primeras muñecas para llamar su atención, pero nada, ella los vió: vio a Tae-sung con esa chica aferrada a su brazo, ella sonreía feliz, a lo mejor riéndose de una broma o algo, Tae-sung también sonreía, pero no de la forma tan escandalosa como ella, de hecho se veía muy forzado, más bien por cortesía, pero su sonrisa desapareció cuando la vio; levantó su mirada y se quedó quieto, mirándola.

Sama se alejó de la ventana, a la vez que Tae-sung corría hacia el departamento, dejando a Eun-yeong sola y confundida. Samy dejó su muñeca en la cuna junto a la otra, se dirigió a su escritorio y empezó a hacer la tarea, como si nada, escuché el sonido de Tae-sung golpeando la puerta del departamento, Valentina fue a abrirla al escuchar los golpes desesperados y las suplicas para que abrieran, Tae-sung le suplico que lo dejará entrar, ella lo hizo pero al escucharlo en la puerta Sama se levantó rápidamente y colocó el candado en la puerta, ella se alejó lentamente de la puerta, escuchando como Tae-sung tocaba la puerta, rogando que le abriera y ella le explicaría. Sama se sentó en la cama leyendo, pero rápidamente se levantó y se sentó contra la puerta, escuchando a Tae-sung hablando en ese idioma que solo ellos entendían.

Me preocupe muchísimo, demasiado, desde que ambos estaban juntos la muerte y la melancolía en su mirada había desaparecido.

Pero allí estaba.

Esos ojos vacíos y tristes.

Él lo provocó, él que debía cuidar de ella, pero él lo provocó.

Me enoje y empecé a rasguñar la puerta, quería abrirla y aruñarlo, darle en la jeta hasta que me privara y me nombrará, pero también quería que ella hablará con él, que se escucharán, pero sabía que eso no tendría caso.

Él rompió su promesa.

La hizo llorar.

FRIGA ES UNA GATA QUE DICE MIAU MIAU (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora