Arañas

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Qué lindo día había tenido!, todo perfecto cabría decir pero todo tiene un fin, y me disponía a dormir. Leo un poco un libro muy interesante, escucho algo de música relajante y cedo ante el cansancio cayendo profundamente dormida; cinco más tarde, despierto. No puedo moverme, mis piernas y brazos no responden, ni siquiera mi cuello, los únicos que saltan por toda la habitación son mis ojos, buscando de alguna forma la manera de salir de aquella situación inexplicable, hasta que mi mirada se centra en un punto fijo: la base de mi cama. Una enorme tarántula negra avanzaba hacia mi rostro, intenté gritar pero nada salía de mis labios y a medida que se acercaba el repugnante animal crecía una angustia en mi ser que parecía ahogar mi respiración. Ya podía sentir sus patas, con sus cientos de pelos recorriendo mi mejilla, avanzando lentamente hasta quedarse inmóvil justo frente a mis ojos, mostrándome así de cerca su propia mirada amenazante fija en la mía. Pero eso no fue todo, comencé a sentir como miles de patas comenzaban a trepar por mis manos y pies, cientos de sus hermanas recorrían mi cuerpo, y cada una de las extremidades punzaba mi conciencia como pequeñas agujas a mi sanidad mental. Las lágrimas corrían por mis cachetes, y sentía que moriría del asco al ver a una de aquellas criaturas alimentarse de ellas, y entonces, la mayor de las arañas, la tarántula del comienzo, abrió sus pinzas y en conjunto con mi ahogado grito, las enterró en uno de mis ojos...

Y desperté, entre sudor y angustia, sentía mi respiración al ritmo de mi acelerado corazón, como si mi cuerpo ya no fuese un lugar seguro y quisiera escapar. Recorrí con la mirada el cuarto ya iluminado, pero no encontré nada fuera de lo común, "una pesadilla" pensé, "un mal sueño y nada más". Fui al baño a intentar calmar un poco mis sentidos, abrí la pila y puse un poco de agua en mis manos, mojé mi rostro varías veces y me detuve a observar mi reflejo en el espejo, lucía exhausta la verdad. Pero qué era aquello? Algo colgaba de mi oído izquierdo, parecía una especie de hilo, lo tomé y tiré de él con delicadeza, solo para ver como desde dentro de mi cuerpo salía una pequeña araña negra brillante aún atada a la seda de mis manos.

Cuentos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora