La Caída

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Estoy en una sala de hospital, pero nadie me ve. Las enfermeras atienden a alguien que no logro distinguir, esa persona está consciente, ríe y habla con los demás; y luego suena la campana.

Siento que caigo, como si el suelo me tragara hacia un abismo oscuro, pero la caída no dura mucho, y ahora estoy en el mismo lugar, pero ya aquella persona en la cama no ríe, de hecho no habla, y los doctores se arremolinan a su lado; y suena la campana.

La superficie bajo mis pies vuelve a resquebrajarse, y desciendo a una velocidad vertiginosa, hasta llegar a otra sala, donde aquella persona estaba en una mesa metálica, conectada a muchos equipos y rodeada de personas vestidas de verde, que no hablaban mucho, pero se movían demasiado, y el pitido de los aparatos electrónicos aturdía, pero no lo suficiente para escuchar la campana.

Vuelvo a descender, ahora no estoy en una sala, sino en un campo, y hay muchas personas vestidas de negro, y un sacerdote leyendo algo de un libro muy gordo, y un agujero cavado en el suelo donde ponen una caja de madera, y dentro está aquella persona, a quien aún no reconozco; y suena la campana.

Esta vez no desciendo, sino que siento como si una mano me tomara del cabello y tirara de mí hacia arriba, hasta la primera sala en la que comenzó el descenso, pero esta vez era yo quien estaba en la cama, y al mirar a los lados vi a mi hermano gemelo, y a mi padre, en camas idénticas a las mías, y frente a mí un antiguo reloj de madera, con una pequeña campana que sonó al mirarla. Justo después entraron en la sala las enfermeras, y yo solo podía pedir a todo lo sagrado, que fuera a mi a quien atendieran, porque sabía lo que venía a continuación.

Cuentos de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora