Pastel Boy || Jeonglix

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—El amigo de la pareja de Hyunjin piensa hacer una fiesta este sábado y nos invitó a todos –comentó el rubio luego de darle una mordida a su sándwich, después de aquel intenso momento y algunos cuantos besos de por medio más, ahora estaban simplemente sentados en la suave cama de Jeongin, disfrutando del aperitivo que les trajo la señora Yang y acurrucados al lado del otro.

—Eso suena divertido.

—Hyunjin dijo que Bangchan hyung no tiene problema con invitarte, asi que... ¿Qué opinas de ir juntos?

—¿Esto puede contar como una cita? –preguntó con una pequeña sonrisa coqueta, acercándose más al rubio quien se sonrojo en respuesta.

—N-no lo se –respondió nervioso, mordiendo su sándwich como excusa para mantenerse callado y desviando su mirada del contrario.

El pelirrojo rió divertido, acariciando los rubios cabellos de su hyung con cariño.

—Eres demasiado adorable hyung –tomó sus pecosas mejillas, estirandolas levemente y riendo por los pequeños quejidos–. Me gustaría ir a la fiesta contigo –besó sus labios y fue correspondido de inmediato, disfrutando de esta maravillosa unión.

Regresó a su casa horas más tarde, demasiado alegre y animado, quitándose las zapatillas en la entrada y dando pequeños brincos hasta la cocina para buscar un vaso con agua, saludando a su madre quien estaba preparando la cena y la ayudó con esto.

—¿Qué te mantiene tan alegre Bokkie? –preguntó con una sonrisa la alfa, alegre de ver a su hijo tan animado.

—Solo tuve un buen día –respondió con simpleza, acomodando los platos sobre la mesa de madera.

Hoy fue una cena tranquila por suerte, con ambos disfrutando en silencio su comida y escuchando la suave musica que se reproducía en la radio en un ambiente calmado y agradable.

Regresó a su cuarto luego de ayudar a su madre a limpiar, cambió su ropa del día por su pijama con pollitos y se tiró en la cama, abrazando a su peluche Ryan apenas su espalda chocó contra el colchón en un pequeño rebote, callando un grito con el suave objeto.

En este punto había decidido dejar varias cosas atrás, dejar de pensarlo tanto en el amor, dejar de pensar que amar a un omega estaba mal. En este punto, lo único que quería era seguir sintiéndose amado entre los brazos de Jeongin, disfrutar sus caricias, sus besos, disfrutar de su presencia y de lo libre que se sentía al estar a su lado.

Mientras en casa y afuera debía seguir las reglas dictadas por su progenitora, con Jeongin podía romperlas tanto como quisiese. Se había probado tanta ropa de Jeongin estos días, viendo que tal le quedaban estos nuevos estilos, sintiéndose confiado mientras el menor le halagaba. Al fin se sentía libre, quizás no lo era aún del todo y le costaría serlo completamente pero con lo que iba logrando hasta ahora era un buen comienzo.

—Jeongin... –murmuró a la nada, posando su mano en su pecho, tomando parte de la tela de su camiseta mientras cerraba el puño–. Te amo... –confesó, con parte de su rostro oculto tras el peluche, sus mejillas ardiendo suavemente mientras aceptaba lo que sentía en voz alta.

Esta confesión era una promesa dicha al viento y que esperaba fuera llevada por la brisa que se filtraba por la ventana hasta el pelirrojo y así supiese que nunca más Lee Felix volvería a negar todo esto que sentía.

Era maravilloso simplemente amar y ser amado.