Capitulo 05

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Seijuuro no podía dejar de ver a su novio simplemente le era imposible, ese pantalón de mezclilla color azul que se ajustaba a sus piernas y a ese trasero firme y fuerte estaba consiguiendo que se le mojaran las bragas y le temblaran las piernas.

Tuvo que sostenerse del tronco en donde se encontraba sentado observando a su novio recogiendo con una pala una montaña de tierra que se utilizaría para tapar los agujeros que las gallinas hacían en su corral.

El pelirrojo se mordió el labio con deseo cuando vio al castaño limpiándose el sudor de la frente  con la maga de su camisa provocando que se levantara y el doncel viera parte de su abdomen por donde se asomaba la línea castaña del vello púbico sobre salir del borde del pantalón.

El castaño se dio cuenta de la manera en como lo miraba su pareja, sonrió con coquetería y se acercó lentamente al doncel dejando la pala recargada sobre el suelo, se agacho recargando su rodilla en la tierra y mirando cara a cara a su precioso novio.

-Seijuuro, tienes la cara roja ¿te encuentras bien?- a pesar de que al castaño le encantaba ver la carita sonrojada de su novio también le preocupaba que sufriera algún desmayo por el cambio radical de ambiente.

Kouki sabía que el pelirrojo estaba acostumbrado a  que hicieran las cosas por él, no solía realizar trabajos pesados y el castaño estaba de acuerdo con eso, su doncelito era la cosita más delicada del mundo y no planeaba dejar que realizara ese tipo de trabajo.

-Estoy bien Kouki es solo el calor- contesto el pelirrojo desviando la cara.
-Vamos adentro entonces, me daré una ducha y almorzaremos algo muero de hambre- sujeto al pequeña mano de su novio y se dirigieron al interior de la casa en donde se encontraba Kaori cocinando.

Después de haber almorzado un delicioso emparedado la pareja se dirigió hacia el lago en donde nadaron hace dos noches.

Volver a ver este lugar le causaba mucho conflicto al pelirrojo, quería sacar el tema a conversación de esa persona importante en el pasado de su castaño, pero tenía miedo de incomodar a su novio.

-Kouki…- llamo su atención con duda.
-mmm…?- respondió el castaño que se encontraba recostado sobre los muslos de su novio cerca de la orilla del lago sobre el pasto.

-sé que dijiste que me hablarías sobre eso a su debido tiempo, pero… realmente me gustaría saber sobre esa tal Ann…-
El castaño abrió lentamente sus ojos y miro la bonita cara de su pareja la cual se encontraba plasmada de preocupación. Suspiro y levantándose volteo a ver a su pareja con seriedad.

-Seijuro, realmente te interesa tanto eso? -
-Kouki, cada vez que tus sobrinas mencionan el nombre de esa mujer tu semblante cambia y eso me molestas- el pelirrojo se estaba comenzando a enojar ¿realmente el castaño no quería contarle sobre esa mujer? ¿Tan importante había sido en su pasado como para guardar sus recuerdos celosamente?
El pelirrojo frunció el ceño y se levantó de donde estaba para dirigirse a la casa de los Furihatas, si su novio no quería compartirle ese tema con toda la confianza que una pareja se merece, entonces podría joderse él y esa tal Ann, pero ahora mismo el Akashi no quería a su novio cerca de su persona.

Kouki no hizo nada para detener a su pareja, tenía razón en estar molesto con él por no querer hablar de su pasado, pero realmente era algo que Kouki no quería mostrar a Seijuro, fue una etapa de la que el castaño estaba avergonzado y que no quería que su novio se enterara.

Después de la cena de la señora Furihata, todos los integrantes de la familia se fueron a dormir.
El castaño se encontraba en su antigua cuarto en donde el pelirrojo dormía durante su estadía en su casa, espero más de media hora, pero no llego, con preocupación el castaño se dirigió hacia la planta baja donde encontraba todo apagado.

Kouki se preocupó, su novio era un doncel de ciudad si se perdía en el gran terreno que era su rancho podría pasarle algo peligroso.
Estaba a punto de ir a despertar a todos los integrantes de su familia para ayudarlo encontrar al pelirrojo cuando vio por la ventada de la sala una sombra sentada en el mecedor de madera del pórtico.

Seijuro tomaba una relajante taza de té de manzanilla preparada por la madre de su novio, no quería congeniar con kouki por el momento, aun sentía esa espina de molestia que le dejo el castaño por el momento de tensión que le dejo la pregunta sobre esa chica.

-Pensé que ya estarías durmiendo…-  El pelirrojo se exalto del susto al oír la voz del varón. Recargo la taza sobre su regazo que se encontraba cubierto por una manta prestada por la señora Furihata para que no le diera frio.

-Solo quería estar un momento a solas- Seijuro volteo a ver a su novio con una mirada seria.

-Pero aquí hace frio y ya es tarde, vamos a dormir cariño, ¿sí? – Kouki le di una tierna sonrisa al Akashi para que se bajara su enojo, pero parece que no estaba funcionando.
-Iré después, sube tu a dormir. – Quito su mirada de su novio para volver a mirar el jardín de flores de la familia mientras tomaba de su té.

El castaño suspiro, cuando Seijuro se ponía en ese plan era muy difícil contentarlo. Se acomodó mejor en el mecedor donde cabían solo dos personas y paso el brazo por la cintura del pelirrojo para abrazarlo.

El otro se tensó, pero al instante se relajó, aunque quisiera le era muy difícil estar alejado de su pareja así que solo se dejó abrazar y se recargo en el hombro del varón.
-Sé que estas molesto por lo del lago sei…- el pelirrojo solo hico un puchero y asintió con la cabeza.

-es tu culpa por ocultarme cosas kouki, sabes que odio que haya secretos entre nosotros- El doncel levanto la cabeza para mirar a su novio con un puchero marcado en sus rojas mejillas y el ceño fruncido viéndose completamente adorable para el castaño. 

-Kyaaa! ¿¡Por qué rayos tienen que verte tan hermoso con todas tus expresiones faciales!? – Sujeto las blancas mejillas estrujándolas delicadamente provocando que la boca del contrario tomara una graciosa forma de pico de pato.

Beso los rojizos labios haciendo graciosos sonidos y repitiéndole al pelirrojo lo precioso que era en todos los aspectos, provocando que la carita del otro se volviera igual de roja que su cabello.

-Está bien cariño, te lo contare todo ¿de acuerdo? -  El castaño se acomodó mejor en el mecedor atrayendo por la cintura a su novio para que este recargara su cuerpo sobre su pecho tapando a ambos con la manta.


Conociendo a la familia FurihataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora