Epílogo

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Tras aclararse todo con respecto al rumor que aquel par de víboras se encargaron de esparcir a travez de una nota anónima en la sección de sociales del periódico The Times, en donde se decía que la casa de los Cornwell, estaban en la ruina.

Todo aquello, era una especie de venganza de Lady Luisa y Lady Elisa, luego que Lord Alistar y Lord Archibald, escogieran a Lady Patricia y Lady Annabella por sobre de ellas durante la temporada en la que fueron presentadas en sociedad. Desde la fecha, Lady Luisa y Lady Elisa, procuraron por todos los medios separarlos hasta que finalmente lo hicieron a travez de aquella nota sensacionalista.

Seis meses habían pasado desde la boda de Lady Candice y Lord Terrence, y desde entonces, la rubia joven no podia quitarse de la cabeza la deliciosa sensación que experimentó la noche de boda y todas las que le siguieron; y ahora, sus amigas quienes estaban próximas a contraer nupcias no dejaban de observar su reacción mientras le hacían preguntas con respecto a los deberes conyugales de una esposa.

—Me temo Annie, que hemos escogido a la persona menos indicada para que nos aclare ciertas cosas sobre los deberes conyugales —Lady Patricia rió entre dientes al ver la mirada perdida de Lady Candice.

—Yo mas bien creo mi querida Patty, que estamos frente a la persona indicada, ¿no es así Candy?

—Eh.. —Lady Candice dio un respingo luego que Lady Annabelle le picara las costillas. —disculpen chicas, me perdí en mis recuerdos —respondió Lady Candice tras reponerse.

—A juzgar por la cara de boba que tenias, imagino que son muy buenos recuerdos —dijo Lady Annabelle con un tono travieso  —vamos, vamos, cuéntanos mas a fondo y con detalles los deberes conyugales.

—Me limitaré a decirles, que de haber sabido que todo sería tan maravilloso, yo misma me le hubiese declarado a Lord Terrence desde hace muchísimo tiempo en vez de andar en las calles exponiéndome a los golpes.

—¿Te arrepientes de la lucha que enfrentamos durante todo este tiempo? —los ojos de Lady Patricia se abrieron ampliamente ante aquella idea

—No —respondió Lady Candice —no me arrepiento de nada, ¿como hacerlo? —suspiró —me siento satisfecha por los logros obtenidos —esbozó una leve sonrisa —Por cierto —dijo haciendo un cambio radical de tema —Se ha sabido algo sobre Lady Susana y su madre, Lady Carlotta Marlowe?

—¿No te has enterado? —Lady Annabelle no podía creer que su amiga no estuviera enterada de nada. Aquello era el cotilleo de toda Londres.

—¿De qué?

—¿Como que de qué? —decía Lady Patricia. —¿no las recibiste?

—¿Qué cosa?

—Las notas sensacionalistas que rodaron por toda Londres de manera anónima —soltó Lady Annabella sorprendida que su amiga no hubiese recibido una. Nadie se explica como fue que esas notas se esparcieron por todo el Pais tan rápidamente.

—¿No me digan que...? —Los ojos de Lady Candice se abrieron como platos al imaginar por donde iba el asunto.

—Oh si —respondió Lady Annabella.

—¿Cual fue la reacción de su Majestad? —Preguntó Lady Candice haciendo un ademán con sus manos, para que ambas amigas se acercaran a ella y hablar sobre el asunto en voz baja. Era consciente que muchos empleados tenían por costumbre escuchar detrás de las puertas de sus señores para luego cotillar en la cocina o en las caballerizas, lo había visto un sin numero de veces en casa de sus padres y aunque no había visto este tipo de prácticas en el castillo Grandchester, lo mejor era hablar con discreción para no tentar al santo de los chismosos a que sus empleados comenzaran con aquella espantosa práctica.

Una Lucha JustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora