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ㅤㅤㅤLA NIEVE CRUJÍA bajo los tacones de Charlotte, que a la hora de caminar, aplastaban los bancos de nieve que se habían formado en la colina. Había caído apenas un poco de nieve, adornando su pelo, dejando huellas blancas y húmedas en los oscuros mechones y en las pestañas.
Detrás de ella, Nettie se aferraba a la mano de Garrett, su voz sutil mientras le hablaba de México y sus palabras llenas de admiración al describir a la gente y los lugares de allí. Garrett a su vez escuchaba con insistencia, como si tratara de memorizar la voz de Nettie por si acaso.
Peter y Geraldine estaban entrelazados de la misma manera apenas unos metros más adelante. La cabeza de Geraldine se apoyaba en el hombro de Peter mientras caminaban, el peso de su cuerpo descansaba contra su costado derecho y él frotaba su pulgar de forma tranquilizadora sobre los nudillos de su compañera, su agarre tenso delatando su miedo.
Ninguno de ellos exteriorizaba aquello, no estaba en su naturaleza de veteranos mostrar sus dudas en un campo en el que se consideraban maestros. La batalla para ellos era como cocinar para un chef. Fácil, y requería poco o ningún pensamiento; pero la batalla nunca antes había sido así para ellos.
Antes la batalla consistía en conquistar, matar y destruir a cualquiera que se opusiese. No debían sentir nada al usar sus dones o habilidades para causar estragos y ganar nuevos terrenos, además, María siempre estaba ahí. Ladrando órdenes, observando y esperando el momento adecuado para atacar.
La guerra nunca tuvo esos sentimientos que ahora estaban de por medio: amor, lealtad, justicia. Saber distinguir el bien del mal. Querer ayudar a alguien que lo necesita urgentemente, a pesar de que no te beneficia. Sin un general al mando, sino alguien a quien sigues por respeto.
– Hace más frío – dice la voz de Nettie, dirigiéndose ahora a Charlotte. Su tono suena rasgado por la nieve que azota el aire y a cualquier persona que osase estar fuera ahora –. La nieve está empezando a convertirse en hielo.
– Resbala – Garrett no duda en hacer su aporte a la conversación. Charlotte por otro lado, no puede siquiera encontrar la fuerza para poner sus ojos en blanco ante el comentario –. Falta algo de agarre para que mis botas se mantengan fijas y no resbalen.
– Yo podría llevarte – afirma Peter, girando la cabeza por encima del hombro y deteniendo su paseo con Geraldine. Su sonrisa se ve un poco forzada en su rostro, sin arrugas en sus mejillas, aunque todavía ahí – si quieres el tratamiento real Gar-Bear.
