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ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤA CHARLOTTE LE TOMÓ veinte minutos lavar toda la sangre de sus manos. Incluso cuando no quedaba rastro de la sangre y el pelaje, ella podía sentirlo debajo de sus uñas. La perseguían mientras estaba en la habitación de invitados, mirando a través de los enormes ventanales que conformaban una de las paredes.
Afuera puede ver algunos conejos jugando en el follaje, cayendo uno al lado del otro por descuido. Son demasiado jóvenes para que los dejen solos. Por eso su madre los observa de cerca, masticando un poco de hierba mientras los contempla con cautela.
Charlotte miró hacia otro punto del paisaje que el ventanal le ofrecía. Empujó de golpe uno de los rizos que había escapado de su cola de caballo, aquella que mantenía recogido su cabello y evitaba que entorpeciese su visión.
A pesar de su incapacidad para dormir, Charlotte estaba vestida con un pijama de seda que Alice le había regalado; uno de color rosa intenso, con un bordeado entre el coral y el magenta.
Al salir de su habitación, Charlotte encamina sus pasos a través del pasillo que la conducía a donde Bella estaba, queriendo la morena ver si necesitaba algo. Bella estaba sentada en el sofá, vestida con un pantalón azul suelto y una camiseta sin mangas que apenas cubría su atiborrado abdomen.
Se veía mejor que la primera vez que Charlotte la vio. Eso se debía al largo tiempo que habían pasado juntas, con las manos de Charlotte descansando contra el estómago de Bella, tratando de curar los huesos rotos que el feto siempre dejaba durante la noche.
- Charlotte - Bella la saluda con una cálida sonrisa, empujando la gastada novela de Orgullo y Prejuicio fuera de su regazo. A su lado, en un sofá a pocos metros de distancia, descansa Edward, que está escribiendo en una partitura. Parece que está componiendo otra pieza para piano, con una elegante letra que cruza la página -. Me siento bien, solo tengo algunos calambres en los pies, pero creo que es un síntoma normal del embarazo.
Una exhalación llena de diversión se escapa de los labios de Charlotte mientras se agacha, presionando sus frías manos contra el cálido abdomen de Bella. La vampiresa contiene la respiración alrededor de la humana, sin querer tentarse a hacer algo imperdonable.
Dentro del cuerpo de Bella hay unas cuantas costillas magulladas. El feto las tuvo que patear a modo de presentación hacía unas horas. Charlotte las cura lentamente antes de alejarse de ella, sin querer estresar el cuerpo de Bella. Al hacerlo, la castaña deja escapar un suspiro bobo. La humana siempre hacía eso; tan agradecida y relajada ante el toque de Charlotte.
