Capítulo 5

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Natsu no era del tipo de persona que mostraba su parte débil, por lo que, cuando su mejor amiga preguntó cómo le había ido, él forzó una gran sonrisa y le dijo que había vuelto a ser rechazado. Lucy se mordió la lengua, lamentándose por él, pero ya no podía hacer nada. Habían intentado por todos los medios romper con el ciclo de mala suerte de Natsu, pero nada había funcionado, y a veces es mejor retirarse que seguir luchando.

Ante todo, el varón mantendría su actitud optimista.

Pero a pesar de que quería sostener su gigante sonrisa y su despreocupada expresión; en el fondo, él la soñaba, y culpaba a la mala suerte de no permitirles estár juntos, puesto que creía que de verdad la estaba conquistando.

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—Fiesta en la playa esta noche —avisó Gray, ganándose la mirada cuestionadora de Lucy y Natsu —. Pueden invitar a quienes quieran.

—Super, cerramos la semana con broche de oro —comentó la rubia, ilusionada. Le encantaban todas esas actividades extraescolares.

—Creo que no iré —dijo el pelirrosa, recostando su cabeza al espaldar de la silla.

La verdad, Lucy había avisado al Fullbuster del estado depresivo en que se encontraba el chico. Le había pedido ayuda para animar a su mejor amigo, dado a que ella sola no podía y comenzaba a decesperarla.

Ahora mismo se encontraban en el salón de clase del Dragneel, los dos rodeaban el escritorio de él. Tratando de animar el ambiente hablando de cosas triviales y alegres. Por suerte, su amigo en común lo ponía bastante fácil, se empeñaba en negar su dolor y hacerles ver que estaba feliz.

—¡No puedes seguir así! —exclamó Lucy, fingiendo molestia —, tienes que salir y divertirte.

—Lu tiene razón, pedazo de idiota —insultó Gray, de lo más normal.

—¡¿Buscas pelea?! —gritó poniéndose en pie, para chocar su frente contra la del chico y farfullar mil maldiciones mientras se fulminaban con la mirada.

—Ustedes dos, deténganse —ordenó la fémina, para separarlos con sus manos.

Justo cuando Lucy cumplía su misión de evitar desastres en el aula, Natsu pudo ver a través de su ventana una figura familiar. Achinó los ojos para poder divisarla mejor. Se trataba de Veronika, la chica estaba agachada, tocando, con mucha delicadeza los girasoles plantados en el jardín escolar.

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La protagonista suspiró por décimo quinta vez en el día pensando en el revoltoso, hiperactivo y maniático de Natsu. Extrañaba sus declaraciones tontas, ocurridas en cada momento; extrañaba los momentos juntos, las veces que las cosas salían mal y él no se rendía para volver a intentarlo. Aquel maldito pelirrosa se había colado en su corazón de una forma exagerada y directa, aún cuando ella se lo cerró a propósito.

Ahora mismo observaba las hermosas flores, las cuales le recordaron a su primera cita no oficial, cuando se apareció en su casa con aquel gigante ramo. Aquello la hizo pensar en las veces que la citó bajo el Sakura para confesarle todo lo que sentía. Era tan sincero que la asombró.

Me gustas, pero no como amigos.

Esa frase sonaba una y otra vez en su cabeza, como si de una grabadora automática se tratara. Natsu era alguien tosco y torpe, pero cuando quería podía ser también más romántico que nadie.

—Dijiste que no te gustaban las flores —sintió a sus espaldas.

No hizo falta girarse para saber de quién se trataba. Reconocería su voz dónde sea, era la misma que le había gritado a todo pulmón que la amaba, la misma que le había susurrado que todo saldría bien cuando su alergia casi la mata, y la que le había brindado tranquilidad cuando su pecho se detuvo al descubrir a aquellos chicos intentando herirlo. Era él.

Veronika se mordió el labio inferior para, segundos más tarde, sonreír.

—Recientemente me han empezado a gustar —sinceró, poniéndose en pie.

—Entonces, ¿me permitirías seguir regalándote mil ramos de flores para ti? —inquirió. Por alguna razón, no sintió la atmósfera pesada o cargada de tensión.

La castaña se giró para mirarlo a los ojos, incapaz de poder con la intensidad de esos profundos orbes, terminó por agachar su rostro pensante.

Veronika, no lo niegues más. Admítelo, todo será más fácil.

Antes de que el pelirrosa pudiera volver a tomar la palabra, el cuerpo de la chica se movió a gran velocidad, esperando ser atrapada por sus fornidos brazos. Y así fue. Natsu la recibió con un profundo abrazo, agradecido por aquel momento.

Inhaló su aroma, tan exquisito y embriagador. Su cedoso cabello se enredo en los dedos del masculino, puesto que este llevó una mano a su cabeza, intentando brindarle tranquilidad, acariciando ligeramente su córnea.

—También me gustas, Natsu —confesó, con su barbilla recostada al hombro de él —, y no como amigos.

El chico no contestó, no, la separó, para tomar su mentón y hacer aquello por lo que había estado esperando tanto tiempo. La besó, la besó con deseo y amor, lo hizo con todos los sentimientos que había estado guardando hasta ese momento, en el cual no dejó de creer nunca.

Si estaba soñando, si aquello no era real, por favor que nadie lo despertara, porque los labios de Veronika eran el más cruel de los paraísos.

Aunque, afortunadamente, ese momento estaba pasando de verdad, y solo era la recompensa de su perseverancia.

Final feliz.

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Palabras del autor:

Matsu y Veronika están juntos y hay final feliz. Una buena forma de terminar este proyecto.

Siempre dije que este era un libro pendejo, para liberar lo que siento por ese horno andante, y sinceramente, así me imagino a Natsu enamorado. Torpe pero empeñado.

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

Sora.

Flores para ti •|Natsu Dragneel|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora