Capitulo 2: Nebulosa

3 1 0
                                    

Harley

El sudor cae por mi frente y mi respiración es frenética.
Las pesadillas son cosas de todos los días, mis ojeras son testigos de mis terribles noches de tormento. Noches sin estrellas ni lunas. Son lagunas oscuras, donde el agua es densa y turbia.

El sentimiento de desolación perdura por un momento hasta que mi realidad despierte.
Miro hacia el techo, y doy una plegaría a quien sea que me escuche primero, pidiendo que acabe con mi tormento.
Muchas personas me dicen que es fácil quitarse la tristeza, que lo único que necesitas es sonreír y olvidarte de las cosas. Pero mi mente funciona a un nivel distinto, en donde la tristeza y el dolor es una constante, en donde mi mente me inunda y me ahoga en un mar en el que no puedo nadar.

El recuerdo invariable de mi asquerosa miseria es un peso sobre mi pecho. Es una sensación que no puedo expresar con palabras. Simplemente me ahogo y la mejor manera de liberar este peso es llorando.
Mientras me levanto poco a poco de la cama, mis lágrimas caen como salvajes gotas de lluvia...

"–Un día de estos nos iremos a la playa y recolectaremos conchas de mar para hacer una lámpara, y la pondremos en tu nuevo cuarto, ten vendrás a vivir con nosotros a California, y podrás entrar a la universidad allá...— me dice mi abuelita mientras trenza mi cabello, nunca me habían trenzado el cabello, sus manos son suaves y sus caricias son dulces, me habla bonito y la amo tanto"

De repente el dolor en mi pecho es más agudo, el aire en mis pulmones comienzan a decaer, mis lágrimas me interrumpen la visión.
Empiezo a jadear del dolor, del llanto incontrolable. Me pongo de rodillas en el suelo mientras sollozo como una niña, busco mi bolso y lo encuentro debajo de una pila de ropa.
Mi cabeza da vueltas y la falta de oxígeno en mi cerebro empieza a cobrarme factura.
Saco el pequeño inhalador de mis pertenencias y me lo llevo a la boca. La sensación de gas expulsado del inhalador abriendo mis pulmones me dan un respiro más de vida.
Empiezo a controlar mi ritmó cardiaco junto a mis jadeos y pensamientos.
Mi mente es mi peor enemiga y mis recuerdos son sus secuaces.
La muerte de mis abuelos ya es lejana y llevo tres años sin ellos pero aún no logró controlar ni sobrellevar su perdida y creo que nunca lo haré.

Llevo sentada en el suelo con mis piernas pegadas a mi pecho por más tiempo del que creo. He logrado apaciguar las voces y calmar mis emociones. El silencio no es completo, la música en el pasillo y la gente entrando y saliendo de los cuartos es inconfundible.

Hoy es domingo de llegada. El primer día en donde los buenos padres de los estudiantes de la prestigiosa universidad de Washington dejan a sus retoños en manos de la vida para que lleguen a ser grandes personajes de la sociedad.
Ruedo los ojos y mi humor cambia de la tristeza a la rabia.
Si supieran esos padres que sus hijos pasarán el 50% de su educación pegados al retrete por tanto alcohol que van a ingerir.

Miro mi cuarto y está hecho un desastre, no lo he limpiado en días y apuesto a que hay una caja de pizza rancia debajo de mi cama. Me entran unas nauseas y el incontrolable sentimiento de suciedad me entra por los poros.
Limpiar me hará bien, me hará sentir mucho mejor conmigo misma, además no recuerdo si tenía alfombra o no en el piso. No puedo ver nada, todo esta lleno de ropa sucia, basura y papeles.
Me levanto del suelo y me pongo mis audífonos empiezo a recoger la ropa del suelo y la separó por colores para ir a la lavandería después.
Limpiar mi desastre de habitación es como limpiar el apocalipsis de mi cabeza.

Llevo cuatro horas arreglando mi habitación, he aspirado la alfombra, limpiado las ventanas, el baño, la cama, mi armario.
He colocado mi ropa por colores, mi joyería por tamaño, mis libros por categorías.
He limpiado cada esquina de este estúpido cuarto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 14, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Colliding stars: El viaje de dos estrellas solitariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora