Este es mi primer concurso, ¡qué nervios!
Si les interesa, favor de apoyarme a mí y a las personas que lo crearon, toda la información en el primer capítulo del libro 💕.
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Ryugazaki Nanami es una chica sencilla, que siempre quiere ayudar a todos y pone el bienestar ajeno sobre el suyo. Cuando le dijo a sus padres que en sus vacaciones de verano quería ir a otra ciudad, estos accedieron cuando su hermano mayor dijo que no le importaría ir él también para cuidarla.
Seguramente fue un golpe del destino, pues el mismo día en el que llegó Nanami, también apareció un grupo bastante grande con diez chicos y dos chicas en el lugar. Algunas personas los reconocieron como el club de Volleyball de Karasuno, acompañados obviamente de sus managers.
Sin embargo, quedó claro que su terreno era la tierra cuando uno de los chicos quedó atrapado entre las olas. Nanami se lanzó al agua en cuanto lo vio tratando de flotar y lo ayudó a llegar nuevamente a la orilla.
— ¿Estás bien? —lo primero que vio Kageyama cuando abrió los ojos en la arena fueron aquellos bonitos orbes grises que tenía la chica; la observó embelesado, sin darse cuenta de que ella le había salvado la vida momentos atrás—. Por favor ten más cuidado y acércate a la orilla cuando veas una ola; los surfistas podrían pasar y golpear tu cabeza por accidente.
Kageyama a penas atinó a mover la cabeza con un asentimiento, con todo su equipo mirándolo como si fuera un completo extraño. La chica rubia se acercó para verificar si se encontraba todo en orden y había otros dos chicos gritándole que tuviera más cuidado (uno fortachón de cabello corto castaño y otro de pelo naranja).
Esa fue la primera vez que algo como esto le pasaba; había escuchado solamente un par de palabras de parte de la desconocida, pero no podía evitar enrojecer cada vez que recordaba sus ojos grises observándolo con severidad.
Él jamás se había enamorado de nadie, pero allí estaba babeando al verla pasar. Ni siquiera el feo intento de bikini que llevaba puesto lo hacía desviar su mirada de su rostro.
— ¡Kageyama, concéntrate! —le gritó Hinata, su rival y (susurremos, le duele en el orgullo admitirlo) mejor amigo.
Una pelota de playa se estampó en su rostro a penas volvió la vista al juego. Su nariz se puso tan roja como su rostro, porque estaba completamente avergonzado.
— ¡Se supone que me digas antes de que el balón me golpee, Hinata! —devolvió él con tono gruñón, rezandole a los dioses para que su nuevo crush no lo hubiese visto.
