GODS ━━━━━━ ❝ Creo que la iglesia acaba de abrir, y están cantando tus alabanzas, gritando tu nombre en voz alta❞
-No lo entiendes -gruño -estoy de rodillas, rezando por la gloria, preguntándome: ¿Algún día alguien leerá la historia de este pobre...
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Ciro odiaba el campamento, pero odiaba aún más la enfermería.
Odiaba las incómodas camas, odiaba el olor a antiséptico, odiaba lo silencioso que era, odiaba la sensación de estar encerrado que lo ponía nervioso, otra cosa que comenzaba a odiar era al chico babeante que dormía a su lado.
Percy Jackson el nuevo recluta era ruidoso aun si estaba inconsciente, había pasado las últimas horas deseando ponerle una almohada en el rostro para que dejara de roncar, incluso había tapado su nariz en algunas ocasiones con la esperanza de disminuir sus ruidos, cuando el chico se agitaba entre sueños por la evidente falta de aire soltaba su agarre.
Repitió el mismo patrón durante toda la noche, no porque tuviera la esperanza de que en algún momento su plan funcionaría, no, era porque era divertido.
De hecho eso era lo que hacía ahora, con su única mano funcional pellizcó la nariz del semidiós y comenzó a contar, al inicio de la noche Percy había llegado a 11 segundos antes de que comenzara a agitarse, luego de unas horas de juego llegó a los 15 segundos y Ciro estaba seguro de que con un poco más de práctica podría lograr que esos 15 segundos se convirtieran en 20.
Mordisqueó sus labios, intentando ahogar las risas que escapaban de su boca ante la agitación del joven semidiós.
Cuando era pequeño y le preguntaban a su madre con qué palabra podría describirlo, ella solía decir maldoso, Ciro recordaba eso con una extraña mezcla de orgullo y amargura, no podía evitarlo, la sensación de hacer algo que estaba mal era embriagadora, pero había metido a su madre en tantos problemas por ello. Ahora, como un adolescente flacucho con tendencias violentas y una resistencia física oxidada, las cosas no habían cambiado y no sabia como hacerlo.
Ciro realmente disfrutaba de hacer travesuras y cometer maldades, era casi como si estuviera en su sangre, se le daba natural, lo hacia sentir tan bien, pero su madre seguía viviendo con las consecuencias de su comportamiento, seguía estando ahí para limpiar su desastre, cargando el peso de tenerlo como hijo.
—¡Deja de hacer eso! —Grover, quien había entrado a la habitación para verificar el estado de sus amigos, le dio un manotazo mientras lo observaba con reproche, haciendo que Ciro retrocediera con una sonrisa burlona.
—¡Estaba a punto de llegar a los 20 segundos! —Ciro se defendió agitando sus manos como si quisiera enfatizar un punto.
—Debes estar bromeando —el Sátiro suspiró casi con decepción —. ¡Ciro, tu deber es proteger a Percy!
El sonido indignado que salió de su garganta fue demasiado ruidoso. ¡Él no debía proteger a Percy! ¡Es más, en unas horas tomaría un autobús de regreso a Nueva York y no volvería a ver al chico! En sus planes no estaba cuidar a un desconocido, ni ser su maldito hombro para llorar.
