Introducción

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Algunas historias comienzan mucho antes de los hechos tradicionalmente narrados. Esta comienza en la batalla de Mohács, una de las más célebres de todos los tiempos, que enfrentó al jovencísimo rey húngaro Lajos II contra el imponente ejército otomano liderado por el sultán Solimán el Magnífico.

El Reino de Hungría había dejado atrás su época más grandiosa con el comienzo del siglo XVI, cuando la dinastía Jagellón se hizo con la corona. Tras la muerte del débil rey Ulászló II, su hijo de diez años ascendió al trono húngaro con el nombre de Lajos II. Este, demasiado joven, tuvo que enfrentar la centenaria lucha que Hungría mantenía frente al Imperio Otomano y que convertía a dicho reino en el último baluarte de la cristiandad frente al poderoso avance musulmán incluso antes de que hubiese caído Constantinopla.

El rey Lajos, tras negarse a ser un vasallo del Imperio Otomano, vio cómo el sultán Solimán avanzó con sus tropas hasta tomar la ciudad de Belgrado tras bombardearla y sin poder acudir en su ayuda. Este sería el principio del fin del Reino de Hungría, que aún resistiría unos años.

Solimán, tras tomar Belgrado, siguió con Zimona, Orsova y Szörény. Tenía en su poder el bajo Danubio y se había hecho con los principales castillos húngaros con controlaban la frontera sur. Estaba preparado para atacar el corazón de Hungría.

Lajos se preparaba para enfrentarlo, solicitó ayuda a los reinos europeos y preparó un gran ejército que, sin embargo, no era capaz de asemejarse en nada al gran Ejército Negro de Hungría que tanta gloria había deparado antaño al rey Mátyás. La ayuda europea no llegó nunca ya que los monarcas más poderosos de aquel tiempo estaban peleando entre sí y no podían distraerse en otro escenario.

Finalmente, en Mohács, una zona pantanosa junto al Danubio, el rey Lajos decidió combatir al poderoso Solimán a pesar de contar con la mitad de soldados que los otomanos y de que faltaban algunos refuerzos por llegar. La carga de caballería pesada húngara fue atroz pero los cañones otomanos y, sobre todo, los jenízaros consiguieron diezmarlos y provocar la huída de las fuerzas magiares. Fue en esa huída a través de los pantanos donde se produjo la catástrofe. Los caballeros y soldados húngaros, desorganizados y cargados con el peso de sus armas y armaduras, se ahogaron en las turbias aguas de Mohács. El joven rey Lajos, de apenas veinte años, pereció en los pantanos junto a sus hombres, abatido por el fuego de arcabucería de los jenízaros. No dejó descendencia.

El trono magiar quedó vacante y pronto comenzaron las disputas para ocuparlo. El conde János Zápolya, último voivoda de Transilvania y súbdito del rey Lajos, se apoyó en la nobleza húngara para reclamar la corona y ser proclamado rey meses después de la batalla. Frente a él tuvo a Fernando I, el futuro emperador germánico, que reclamó también la corona para sí contando con los apoyos fundamentales de su esposa Anna, hermana del difunto rey Lajos, su hermana María, esposa de joven rey, y de la alta nobleza húngara.

Años de disputas se sucedieron entre los antirreyes mientras las alianzas se hacían y se desbarataban de forma continua. Los nobles húngaros pasaban de un bando a otro aprovechando las fortalezas y las debilidades de cada contendiente y buscando el mayor provecho propio.

Fernando se sabía el más fuerte al contar con el apoyo de su hermano el emperador Carlos V y venció en importantes batallas que llevaron a János Zápolya a retroceder a la región transilvana para resistir el avance del Habsburgo. Ante tan difícil situación, el contendiente transilvano recurrió a la ayuda de Solimán para recuperar el terreno perdido y tomar Buda, la capital húngara, para instalar allí su corte.

Las alianzas tenían muy efímera duración, y Fernando y János Zápolya pronto llegaron a un acuerdo secreto, a espaldas de Solimán, que no llegaría a cumplirse y llevó a los otomanos a romper los acuerdos alcanzados y a tomar Buda y buena parte del territorio magiar. El reino de Hungría había quedado dividido en tres zonas; la occidental, controlada por Fernando de Habsburgo; la central y sur, controlada por los otomanos; y la oriental, controlada por el hijo de János Zápolya, vasallo de Solimán, y que sería conocida como el Principado de Transilvania.

La condesa y BlancanievesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora