i'll Dry Your Tears.

03

La vida en la preparatoria es difícil, pero no imposible. 

Aunque si tenemos a Johnny Orlando Cooper Aguilar en nuestras vidas, lo será. 

—Me caes mal. —Murmuro mientras intento apartarme de su lado. Me tiene atrapada. Su pie está encima de mi cintura, me rodea el cuello con sus brazos, parece un mono. 

—Me quieres mucho, yo lo sé. —Pone los ojos en blanco. 

—Johnny, tenemos que estudiar. Tus padres están por llegar. —Le pellizco la mejilla y mientras lloriquea aprovecho para salir corriendo. 

—Ahora solo por eso tendrás que... —La puerta de su habitación es abierta bruscamente. 

Me congelo al instante. El señor Cooper está fuera de esta, intento sonreír pero no puedo. Su mirada se detiene en mi amigo, su labio tiembla, su padre realmente nos da miedo. 

—Johnny, tu madre y yo tenemos que hablar contigo. Si nos disculpas, Zamiro. —Se va. Orlando me mira con una mueca, pone los ojos en blanco y sale detrás de su padre. 

Aunque la situación me parece extraña, decido dejarla pasar. Era obvio que sus padres solo le avisarían que volverían a Canadá para ver alguna de sus empresas. 
Tomo mi teléfono para revisar mensajes, Angelique sin "u" me ha mandado 20 fotos de su nuevo crush pasajero. 

Un chico rizado de tez morena y ojos café es lo único que veo en ese chat. Al parecer es hijo de un empresario o algo así, "Emilio" se llama, me salgo del chat antes de terminar con un nuevo crush. No era lo mismo que te gustasen chicos que están a miles de kilómetros de ti, a que te gusten chicos que puedes encontrar en una plaza cerca de tu casa. Una de las razones del por qué no me gustan las relaciones. 

—Tienes que irte. —Orlando está en la puerta, me levanto de la cama y camino lentamente hacia él. Retrocede. 

—¿Pasó algo? —Pregunto con desconfianza. 

—Solo vete, por favor. —Su mirada llega a lo más profundo de mi alma, mi corazón comienza a doler, nuestras miradas se conectan y una punzada en mi cabeza me hace volver a la realidad. Él quiere llorar, pero no frente a mí. 

—Cuídate. Me hablas cuando estés tranquilo, te quiero. —Asiente y salgo sin más. 

Mis pisadas rápidas se detienen al tener una silueta frente a mi. 

—Buenas tardes señor Cooper, ya estaba de salida. —Intento esquivarle pero me detiene. 

—Buenas tardes señorita Williams. ¿Tan rápido ya? ¿No le apetece tomar algo? me gustaría hablar con usted. —Paso saliva con nerviosismo, en cualquier momento comenzaré a gritar y pedir ayuda aunque no la necesite. 

—Bien... hablemos. —Yo sé que mi mirada no es de amabilidad, pero no puedo evitarlo. 

—Acompáñeme...  

—Lo que guste decirme, puede hacerlo aquí mismo. —Le interrumpo. 

—Seré directo señorita. Por lo rápido que usted ha salido de la habitación puedo deducir dos cosas; o mi hijo le contó y todo salió bien o Johnny sigue siendo tan cobarde para decirle algo tan simple. 

—Johnny no me dijo nada señor, pero tampoco quiero saber lo que me tenga que decir por la boca de otra persona. —Su mirada se endurece más. Le estoy enfadando. Nunca le dije que se metiera con Zamiro Williams. 

—Solo quiero advertirle. —Acaricia mi mentón— Johnny es todo un galán, no quiero que le rompa el corazón cuando se entere de su nuevo compromiso...

¿Compromiso? 

—Ya le dije señor Cooper. Con el respeto que se merece, me voy. —Y salí de esa casa. 

No soy buena con las palabras, ¿Orlando se va a casar? ¿Tiene novia y por eso andaba llorando? 
Como sea; el Señor Cooper piensa que mi interés hacia el castaño chillón es amoroso. ¿¡Qué nunca ha visto una amistad entre hombre y mujer!? 

Salgo de la propiedad, confundida, angustiada, intrigada y sobre todo; con un maldito dolor en el pecho que no se quita con nada. Tomaré una pastilla, aunque no creo que se quite. 

Y como siempre tenía razón, porque hasta la fecha, mi querido Johnny sigue logrando ser el causante de esas punzadas que no se quitan con nada. 

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Cuando los padres tengan más confianza en sus hijxs; tal vez el mundo deje de ser una mierda para muchxs.

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