Meliodas y Eden eran el uno para el otro. La oscuridad y la luz se complementaban hasta crear los más magníficos fuegos artificiales que alguna vez pudieron ver.
Pero el destino es cruel.
Sus familias se enteraron y los maldijeron, pagando así su pe...
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📍ACLARACIÓN
Le carcome la desesperación.
Jamás había sentido algo así en sus diecisiete años de vida. Su respiración para conforme corre hacia la montaña.
Hacía la taberna.
Hasta Meliodas.
Quizás fue el pequeño murmullo de la gente a su alrededor o el ligero sonido de las campanas soñar. No lo sabe con claridad, pero sus sentidos se habilitaron cuando sin motivo alguno, sus pies empezaron a moverse.
Era una necesidad. Necesidad de saber si Meliodas está bien.
Y por el sentimiento de culpa.
Empezó hace tres días.
Después de haberse despedido de Meliodas no había vuelto a saber nada de él y de sus compañeros. Le prometió ir por ella nada más terminar pero no lo cumplió. No le dio mucha importancia, pues sabría que su querido amigo estría ocupado como líder y gerente de la taberna. Ella solo era una amiga que pasaría unos días allí hasta volver a su hogar.
El segundo día fue mas preocupante. No fue a la taberna ni nada de eso, sino que se quedó esperando en la plaza donde se conocieron. Tenía la esperanza de que a lo mejor apareciese en un cúmulo de gente.
No, sin duda no estaba para pensar.
Y el tercer día ocurrió todo.
La disolución de los siete pecados capitales era el rumor que se había vuelto como el aire.
Eden recuerda quedarse en blanco, escuchando la voz de su amiga Claire de fondo, preocupada. Pero ella no podía pensar en nada más.
Los siete pecados capitales habían terminado. Y esta vez para siempre.
En un principio pensó que era falso. ¿Cómo iban a disolverse siendo los héroes de Liones?
