Rota

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La había conocido días después de que ella llegó a casa de los Jaeger, aceptándola como su amiga desde el primer momento y buscando protegerla, no físicamente, sino mentalmente, pues él más que nadie sabía lo vulnerable que Mikasa podría llegar a ser mentalmente.

Pero...

Desde que éramos niños, Mikasa...

Jamás imagino tener que protegerla...

..., siempre te he odiado.

... del que fue su mejor amigo.

Los hermosos ojos grises de la chica se llenaron de lágrimas y un gemido de dolor salió de su ser.

Armin podía aguantar que lo insultaran a él, pero que se metieran con Mikasa, eso jamás se los perdonaría.

Sin importar quien fuera.

¡Eren, bastardo! ¡¿Cómo te atreves a hablarle a Mikasa así?!

Todo pasó tan rápido, se había puesto de pie en cuanto la escuchó sollozar y se había arrastrado por la mesa con la intención de golpearlo, pero lo único que sintió fue un gran azote de su cuerpo sobre la mesa.

¿Mikasa? — su rostro estaba tan sorprendido como el de ella.

— 🌺 —

Desde que subieron al carruaje que los transportaría hasta que Floch los había aventado a la celda donde se encontraban los demás, la azabache se había mantenido en silencio.

Su expresión estoica podría engañar a quien fuera, menos a él, quien había aprendido a leerla desde hacía mucho.

Y dolía.

Nadie lo sabía, pero Armin se había enamorado de Mikasa desde hace cuatro años, cuando empezó su entrenamiento para manejar su titán de mejor forma y ella siempre le estuvo dando ánimos.

No sabía cómo sucedió del todo, pues aquello sólo eran gestos de una amiga hacia su mejor amigo, pero Armin se había enamorado.

Una calidez inundaba su pecho y su estómago se revolvía cada que ella le acariciaba la cabeza o cuando le hablaba suavemente.

Todo en ella se sentía como una suave caricia para su alma.

Por eso, al ver cómo Eren la rompía poco a poco, algo en él se encendió y ocasionó que se le lanzara a los golpes aún sabiendo que perdería.

Pero Eren lo empezó a golpear y Armin aceptó cada golpe si con eso evitaba que volviera a herir a Mikasa.

Así fue siempre: Eren dañaba a Mikasa y Armin se encargaba de ser intermediario del problema.

Porque Armin estaba enamorado de Mikasa, pero ella estaba enamorada de Eren.

Y Eren no tenía tiempo ni espacio para ellos en su vida, para ella.

El rubio sabía más que nadie que Mikasa jamás tendría ojos para alguien que no fuese Eren, que ella siempre lo amaría sin importar cuan rota esté.

Sin importar cuan dispuesto estuviera él en juntar las piezas de su corazón, ni en toda la felicidad que podría darle.

Porque Mikasa aceptaba romperse una y otra vez al tratarse de Eren.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 • PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora