Playa

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Armin Arlert, desde que había descubierto aquel libro que tanto se esforzó por ocultar su abuelo, siempre soñó con una cosa: Conocer el mar.

Tras la caída del muro de su hogar y su enlistamiento a la milicia, esa fue la única cosa que lo mantenía siempre avanzando, junto con el deseo de conocerlo con Eren, su mejor amigo y después conocerla, con Mikasa también.

Sus ojos siempre brillaban cada vez que hablaba o siquiera pensaba en aquel vasto manto acuífero, imaginando el día en que finalmente estaría en ese lugar que, según se enteró, también podía ser llamado como playa, costa, océano y demás nombres.

Por un momento, en sus años de cadete, se había olvidado de su anhelo debido a los discursos acerca del exterminio de los titanes por parte del cabezadura de su mejor amigo, tantas veces escuchando sus parloteos que aún se los sabía de memoria; pero en Trost, mientras hablaba con Eren recordó cual era su objetivo en la milicia: Exterminar a los titanes para poder ver el océano.

Cualquiera podría imaginarse su dicha cuando al fin aquel sueño se cumplió. Era tal y como se lo imaginaba, no… Era incluso aún mejor, más por la hermosa vista que tuvo tras voltear al escuchar un chapoteo detrás de él.

Muchos años más tarde, Armin se encuentra recordando su primera vez en la playa, dándose cuenta que no importaba cuantas veces fuera a aquel mágico lugar, siempre se sentía como la primera vez.

Escuchó unos rápidos chapoteos a su espalda llegar a su lado, bajando su vista para observarla.

— ¡Papi, papi, mira lo que encontré! — una pequeña rubia ojigris alzó sus manitas hacia él, mostrándole una bonita caracola con un lindo color entre amarillo y naranja. La niña sonreía con entusiasmo ante su padre, a quien se le iluminaron los ojos al verla.

— Wow, Kairi, es muy bonita. — acarició el cabello de su hija. — ¿Ya se la mostraste a mami?

— ¡Sí! — miró la caracola en sus manos sin quitar su sonrisa. — Me dijo que te recordaba a ti. — volvió su inocente vista a su padre, quien ladeó su cabeza con confusión.

— ¿Uh? — su hija imitó su acción, ahora ambos rubios tenían la cabeza ladeada. — ¿A mí? ¿Por qué? 

— El color es cálido como tú. — sintió unos inconfundibles brazos rodear su abdomen desde atrás al tiempo que aquella suave voz acariciaba su corazón.

— Mikasa… — le sonrió mientras posicionaba sus manos sobre las de ella y las acariciaba.

— ¿Papi es cálido? A ver. — la menor abrazó a su padre por delante, haciendo notorio que no le propasaba de la cadera en altura. Suspiró profundamente y abrazó con más fuerza al rubio. — ¡Sí, papi! — volteó a ver a Armin. — ¡Eres cálido! Y también hueles a casa.

Mikasa observó aquello sin romper el abrazo y acarició el cabello de su hija, sintiendo su corazón palpitar ante todo el amor y toda la ternura que aquella niña le hacía sentir. Aún le sorprendía que algo así de hermoso saliera de ella y Armin. 

— Así es, mi pequeña Kairi. 

Tras lo dicho por su madre, la infante se fue a seguir buscando más caracolas en el resto de la orilla de la playa en donde vivían.

— A veces siento que esto es un sueño. — Armin rompió el abrazo y jaló suavemente a Mikasa para posicionarla frente a él, cambiando de lugares en el abrazo. Posicionó su cabeza en su hombro derecho, susurrándole al oido. — Tú y yo, aquí junto a nuestra traviesa niña en mi lugar favorito en todo el mundo.

— ¿Tu lugar favorito? — Mikasa arqueó su ceja izquierda. — Creí que era entre mis brazos. — dijo a modo de broma, haciendo reír a su esposo.

— Cierto, es mi tercer lugar favorito. — ante la duda reflejada en el hermoso rostro de su esposa, agregó: — El segundo es entre tus piernas. — mordió con un poco de fuerza el lóbulo blanquecino de Mikasa, haciéndola jadear. 

— ¡A-Armin! — golpeó su brazo mientras su rostro se coloreaba de un fuerte color carmín.

— Lo siento, lo siento. — se disculpó entre risas mientras besaba suavemente el cuello de la azabache. — No pude resistirme. 

— Eres un tonto. — hizo un falso puchero, pretendiendo estar ofendida.

— Un tonto que sabe cómo hacerte gritar del placer.

— ¡Armin! — regañó avergonzada y temerosa de que su hija le escuchara y comenzara a hacer preguntas incómodas ante términos desconocidos para ella.

El rubio sólo reía mientras tenía sus manos en el vientre de la señora Arlert.

Señora Arlert… — se repitió en su mente mientras miraba completamente enamorado a la mujer entre sus brazos. 

El matrimonio se quedó en silencio, escuchando el oleaje y disfrutando la compañía del otro, escuchando levemente como la Arlert menor cantaba una canción aprendida en Hizuru, mientras construía un castillo de arena.

La arena acariciaba sus pies mientras el agua mojaba sus pantorrillas. El agua cristalina parecía tener brillo propio gracias al Sol y el sonido del cántico de las aves acompañando la melodía del mar acompañaba aquella irreal atmósfera de absoluta paz.

— Me alegra que Kairi heredara mi fascinación con el océano. — Armin sonrió mientras escuchaba como su princesa decía en voz alta a su amigo imaginario que haría un pequeño océano alrededor de su castillo. — Tienes a dos personas enamoradas de él.

— Y próximamente serán tres. — Mikasa se recargó en él, confiando en que Armin la sostendría y no la dejaría caer, como siempre hizo.

— ¿Estás segura? — Armin acarició su vientre. — Quizás y ame las montañas como tú.

Mikasa puso su mano encima de la de él. — No creo, algo me dice que esta cosita será como su preciosa hermana y su sabroso padre. — esta vez fue el turno del Arlert en sonrojarse.

— M-Mikasa, nuestra hija puede escucharte.

— Ahora sí te importa, ¿no? — se removió contra él con una sonrisa.

— Calla. — ocultó su sonrojado rostro entre el hueco del cuello y hombro de su mujer.

Mikasa se rió con delicadeza y ternura. A pesar de los años, Armin podía parecerse a un niño pequeño que necesitaba protección porque estaba chiquito y había que cuidarlo.

En conclusión, una masita rebosante de calidez.

— Te amo mucho, Armin. — en su tono se podía percibir el amor que sentía por él.

Armin sonrió contra su piel, abrazándola aún más. — Yo también te amo mucho, Mikasa. Eres el amor de mi vida.

— 🌺 — 

Elegí el nombre de Kairi para la hija Arumika debido a su significado japonés “pueblo del océano” debido al amor que Armin le tiene y a que, para mí, el reino Hizuru se encuentra cerca de la orilla del océano y me dije “¿Y por qué no?”.

Me había salido también el nombre de Nagisa, pero no me sentía cómoda con él, además de no parecerme el adecuado. Kairi es una combinación de Mikasa y Armin, siendo ellos unas cositas lindas, y su nombre me suena más tierno que Nagisa, por eso me pareció más ideal.

Eso es todo, ¡bais!

_Nissy💕

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 • PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora