Capítulo 5

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—Debes escucharme

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Debes escucharme...

No estoy loca...

Es algo que va a pasar.

—¿Tu lo sabias? —le reclamó Julie a su madre, quien parecía metida en sus propios pensamientos —¿Mamá? ¡Mamá! —le gritó logrando que si madre finalmente volteara a verla.

—Lo siento —se disculpó su madre.

—¿Por qué nunca me dijiste nada? Debiste advertirme que algo así me podía pasar —dijo Juliette.

Ella y su madre se encontraban sentadas en el sillón rosado de la sala, solo conversando.

—Es que... yo no esperaba que fuera a pasar de verdad —le confesó.

—¿Qué? Pero, dijiste que la abuela te...

—Creí que la mujer estaba loca —interrumpió su madre. La mujer ya parecía estar alterada por las preguntas de su hija, quien cerró la boca de inmediato —Ella hablaba sobre magia como si-si de verdad fuera real, pero... nadie de la familia le creía, porque... sonaba como una loca —le repitió

—Igual debiste advertirme para que no me sintiera tan... alterada ahora —dijo Julie.

—Me hubieras llamado loca —dijo su madre —Y yo no te culparía.

—Mami...

—Oh —dijo antes de darle un fuerte abrazó a su hija, intentando no aplastar sus curiosas alas —Sé que tienes miedo, pero, si de verdad tienes el alma de Dorina y mi madre tenia razón, significa que sabrás bien que hacer con los dones que tienes, Julie, solo tienes que confiar en ti.

—¿Qué confíe en mí? Eso es... muy de mamás —le dijo la chica ya un poco más relajada haciendo reír un poco a su madre.

—Oye ¿Qué te parece si vas a tu cuarto, te relajas un poco, mientras yo, tú genial mamá, prepara ese chocolate caliente que tanto amas? —dijo separándose de ella.

—Gracias, mamá —le dijo, recibiendo un beso en la frente de parte de su madre antes de que esta se fuera de nuevo a la cocina.

Julie, aún sentada en el sillón miró sus manos unos momentos, sintiendo un agradable calor en estos, mientras que la magia dorada iba saliendo de ellas, dándole una rara sensación de nostalgia.

—Debes morir por el bosque —la voz la sobresaltó, haciendo que se parara con rapidez del sillón.

—No —negó con una sonrisa nerviosa —Una locura por día, por favor —habló sola antes de decidir subir a su cuarto con apuro, dispuesta en lanzarse en su cama y cerrar los ojos unos momentos.

Al entrar en su cuarto sitio un escalofrío. De repente el color amarillo con siluetas pequeñas  de hojas en las paredes le causaban confusión, como si no recordara el porqué había escogido decorarla así.

Juliette: La bonne FéeWhere stories live. Discover now