Capítulo 4

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Era un hermoso día en medio de un bosque donde los árboles viejos eran de un hermoso color dorado, y falda planta y animal irradiaban una enorme magia

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Era un hermoso día en medio de un bosque donde los árboles viejos eran de un hermoso color dorado, y falda planta y animal irradiaban una enorme magia.

Y en medio de todo el bosque se encontraba una hermosa hada rubia durmiendo en uno de los árboles.

—Deseo —la voz de un muchacho la despertó casi de inmediato.

—¿Qué es eso? —le preguntó al árbol mientras se ponía cuidadosamente de pie entre las ramas.

—Quítame este don, no lo quiero —era la voz de ese joven de nuevo.

—¿Un don? —dijo ella con gran curiosidad antes de emprender vuelo y dirigirse con apuro hasta el origen de esa voz. El árbol de los deseos, el enorme sauce que se encontraba en medio del bosque.

Al aterrizar con delicadeza logró ver a un joven con vestimenta elegante arrodillado ante el árbol, seguramente pidiendo su deseo.

—Por favor, no lo quiero. Debes quitármelo —suplicó el joven.

—Disculpe ¿Qué está haciendo? —dijo la rubia acercándose, llamando la atención del joven, quien volteó a verla y se puso de pie de inmediato como si se hubiera asustado.

—Señorita, me ha sacado un enorme susto —le dijo el joven sosteniéndose el pecho y mirando a la rubia de pies a cabeza —Es un hada ¿Qué... qué hace aquí? Creí que las hadas no podían hablar con nosotros

—¿Nosotros? ¿Pues qué eres tú? —dijo la joven mientras daba dos pasos para poder acercarse más al joven y poder observarlo con cuidado, incomodándolo un poco y obligándolo a retroceder para no estar tan cerca —Ah, ya entiendo, eres un ser sin magia —dijo dedicándole una linda sonrisa —Pero... ¿Por qué le pides al árbol ese deseo tan curioso? Si yo no tuviera mi magia pero poseyera un don no querría deshacerme de él.

—Ah... es que no es un don bueno, solo... me tortura.

—¿Cómo? —preguntó ella.

—Tengo el don del saber. Es confuso y extraño. Sé cosas que no quiero saber, escuchó voces que no quiero escuchar. Quiero regresarlo.

—No puedes hacerlo. El árbol solo concede deseos cuando de verdad es necesario, y pues... como ves no ha pasado nada. El árbol debe creer que necesitas tu don —volvió a sonreír mientras miraba el enorme sauce.

—Hablas como si fuera una persona —dijo el joven riendo un poco.

—Este árbol, al igual que todo el bosque posee conciencia, están vivos como cualquier árbol del mundo, pero ellos son... especiales, son como tu dices... Son personas —le explicó.

—Entonces mi viaje fue inútil —dijo bajando un poco la cabeza —Será mejor que regrese por donde vine.

—Espera —le pidió la chica al creer que de verdad se marcharía en ese instante —Ah... ¿Cuál es tu nombre?

Juliette: La bonne FéeWhere stories live. Discover now