Perderte (Sess/Rin). Parte II.

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Abro los ojos, sintiéndome confundida. Me duele un poco el cuerpo. Lentamente me incorporo sentándome, y comienzo a recordar. El demonio Shiyomi, junto a su dragón Byaku, me raptaron y me tienen prisionera. Recuerdo que intenté con todas mis fuerzas soltarme de sus garras pero fue imposible.

Volamos por un buen rato sobre extensas tierras llegando a un imponente templo, donde el dragón Byaku me soltó, y a pesar de mis esfuerzos y de resistirme, dos soldados demonio me dirigieron a una celda oscura y fría, y me arrojaron allí. Caí con fuerza y golpeando mi cabeza quedé inconsciente, no sé por cuanto tiempo.

Toco mi frente, me duele un poco. Me pongo de pie y observo todo a mi alrededor. Hay una pequeña ventana con barrotes, con lo cual logro ver que está amaneciendo. También veo rocas, cadenas y huesos por el suelo de la celda. Me acerco a la puerta, la cual se encuentra cerrada con una cadena y un candado, y también veo algunas antorchas iluminando el espacio, pero todas se encuentran por fuera, lejos de mi alcance.

Escucho pasos, alguien viene. Con sigilo me acuesto y pretendo seguir inconsciente, pero escucho con atención:

- ¿Que se supone que pretende hacer el amo Shiyomi con esta humana? No creo que tenga algo que ver con el hijo del gran perro demonio, según se dice, Sesshomaru es un gran Yokai, casi indestructible... No creo que se ande perdiendo el tiempo con humanos-, dice uno de los soldados demonio.

-Pues será una simple humana pero mira que hermosa es. No me sorprendería que un demonio, aunque fuera el gran Sesshomaru, se involucrara con ella. Las mujeres humanas son bastante atractivas-, le responde el otro.

-¿Qué hacen, par de inútiles?-, se escucha la voz de un tercero, -El amo quiere que le reporten sobre el estado de la humana, y que le den alimentos-.

Los tres demonios se alejan inmediatamente. Yo aprovecho para explorar en detalle el lugar donde me encuentro. Muevo con fuerza todos los barrotes pero ninguno cede, busco entre las rocas y los huesos, pero tampoco encuentro algo que me resulte de especial ayuda. Recuerdo las palabras de la señorita Sango y de Kohaku: "utiliza siempre la cabeza. Con inteligencia logras vencer a enemigos que incluso te tripliquen en tamaño".

Piensa, Lin, piensa...

Miro por la ventana. Lo más probable es que el amo Sesshomaru esté buscándome. No tardaré mucho en verlo, no tengo ninguna duda, pero debo hacer algo para ayudar.

Escucho que alguien se acerca. Me agacho y me quedo en cuclillas en el suelo. Cuando se aproxima, veo que es uno de los soldados que me trajo antes a la celda.

-¡Oye, humana! Te he traído algo de comida. El amo Shiyomi necesita que te mantengas con vida. Será mejor que lo comas rápido, también me ha pedido que te lleve ante él-, me dice. Abre el candado con una llave, y entrando por la puerta de barrotes, deja en el suelo un bol con verduras y lo arroja hacia mi. Yo lo tomo, y como de lo que hay. Sería tonto de mi parte no hacerlo, esto me mantendrá con energía. El demonio me observa, yo lo miro a los ojos. Ambos estamos en silencio por un buen rato.

-Pues si que es cierto lo que decía el degenerado de Korumaru. Las humanas son delicadas y apetitosas. Si no fuera porque el amo nos pidió cuidarte, ya te hubiera probado-, dice. Me resulta completamente desagradable.

Yo termino de comer. Él se acerca a mi y yo me pongo de pie arrojando el bol. Me sujeta por un brazo y yo le golpeo, pero es en vano. Tiene mucha más fuerza que yo, y no cuento con algo con que defenderme.

-No seas ridícula, humana. Y es mejor que cooperes si no quieres que te lleve inconsciente ante mi señor-, dice, y tiene razón. No gano nada con resistirme. Me ata las muñecas con una cuerda, con mis brazos por delante de mi cuerpo.

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