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Tu risa lleno el ambiente del antiguo patio, ocasionando que el mundo entero deje de lado sus respectivas acciones solo para oírte.
Mi pulso se volvió furiosamente rápido y los latidos de mi corazón se alborotaron bulliciosamente.
La sangre se aglomeró en mis mejillas, tiñiendolas de un escandaloso rojo, el cual intenté ocultar.
Estabas recostado sobre una mohosa pared, con tu cuerpo apoyado sobre esta y tus delicadas facciones en una expresión despreocupada.
La vista frente mío logró hacerme olvidar como respirar correctamente, teniendo que juntar una gran bocanada de aire con el mero objetivo de no empezar a jadear.
Apenas podía creerlo, dudaba haber escuchado alguna vez algo más electrizante que aquellas carcajadas.
Las mismas dudas atormentaban mi cansada consciencia sin un aparente final, ¿podría yo ocasionar tal alivio en tu semblante?
Millones de situaciones irreales y seguramente poco probables inundaban mi mente; con absolutamente cada fibra de mi ser deseo equivocarme y que estas puedan transformarse en realidad.
He luchado en vano contra lo que el resto diría, mis propias inseguridades y la gran posibilidad de que no estemos destinados, solo para pedirte que finalices mi agonía.
El último mes ha sido una tortura, requiero desesperadamente una respuesta de tu parte.
Por favor, terminá el tormento que me persigue. Aunque no sea una sorpresa agradable, ponle fin a la incertidumbre.
—A.S
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