Capítulo III

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Los días habían estado pasando, había vivido experiencias divertidas a lado de Naruto, experiencias y recuerdos que siempre atesorare, me pregunto como será la vida de los demás que alguna vez fueron mis amigos, no aun lo son pero me aleje de ellos. Naruto me estuvo contando cosa de mis amigos, la verdad que me desconecte totalmente del mundo, pensando que todos me habían olvidado pero la verdad es que todos vinieron a verme en cuanto Naruto les contó que me había encontrado.
Ino, mi amiga de la infancia heredado el negocio familiar, una linda florería, Hinata una amiga que conocí en la secundaria había empezado a salir con Naruto, Kiba junto a su novia Tamaki abrieron una veterinaria, Kiba es experto en perros y Takami experta en gatos.
Todos seguían cumpliendo sus sueños, todos tuvieron dificultades pero siguieron adelante.

— Hoy te ves muy animada, ¿Sucedió algo?

— Hoy me reencontré con mis amigos del pasado, ¿Sasori no extrañas nada de tu vida pasada? — el pelirrojo negó con una amplia sonrisa

— Nunca he tenido un buen amigo como lo es Naruto contigo, bueno ahora tengo a Deidara y estoy feliz por eso.

Estábamos recostados en el sesped mientras observamos lo bella que está la luna, ver el cielo nocturno es una de las mejores ventajas de vivir en la calle, tienes el cielo para ti solo.

— Mañana me reuniré con mis amigos en el centro del parque que esta a tres cuadras, ¿Quieres acompañarme? Son igual de buenos que Naruto.

— ¿Sasuke... Irá también?

— No lo se, supongo que no — suspire, hace días que no lo veo y me estoy preocupando — en realidad no me importa si va o no — mentí

— Sabes que no soy bueno haciendo amigos, me cuesta trabajo entablar una conversación con alguien más.

Y era verdad, cuando lo conocí era un chico serio y se la pasaba llorando en los rincones oscuros y solitarios.

Intentaba encontrar un lugar para evitar mojarme, había estado lloviendo la mayoría del día y estaba lejos de casa, bueno mi pedazo de hogar en un parque. La gente no salía de sus casas a causa de la lluvia, los días como estos me deprimen bastante así que la mayoría del tiempo estuve viendo el cielo con la esperanza  de que saliera el sol y seguir con mi trabajo. Cuando empezó a llover me tuve que levantar rápido del suelo y encontrar un lugar en donde guardar las cosas que había juntado, vendo periódico por kilos así que no podía dejar que se mojaran o no habría venta.
A lo lejos visualice un callejón, estaba oscuro y probablemente ya estaba ocupado por otras personas pero me negaba a perder esa venta así que me anime a entrar. Era algo pequeño pero serviría para esperar pacientemente a que la lluvia cesará. Era un callejón sin salida y solo tenía dos grandes contenedores de basura de alguno de los restaurantes cercanos. Me recargue en la pared y me relaje leyendo un pequeño libro de bolsillo que había logrado salvar, era una libro picoso y entretenido. En uno de mis bolsillos tenía una golosina que una amable señora me había dado por agradecimiento de ayudarla a regar sus plantas, así que era un buen momento para descansar, leer y disfrutar de una deliciosa golosina.
Estaba apunto de empezar el nuevo capítulo de la historia pero fue interrumpida por unos sollozos que venían de la esquina del callejón.

Me levante curiosa y empecé a inspeccionar el lugar y efectivamente en la esquina del callejón estaba un joven pelirrojo que intentaba calmar su llanto para no despertar sospecha alguna de que estaba ahí.
Me acerque a él y me senté a su lado, esperando el momento para hablar con él. Como no hizo ningún movimiento fue mi turno de dar el primer movimiento.

—¡Hola! Mi nombre es Sakura Haruno. ¿Cómo te llamas?

El chico me miró de reojo y me ignoro, no me enoje, al contrario me dio más curiosidad por saber de él.

— ¿Estas perdido? ¿Dónde están tus padres?

— E- ellos murieron... — la sonrisa que tenía desapareció al escuchar esas palabras... Estaban muertos.

— Lo siento mucho chico — el chico solo asintió con la cabeza — también perdí a mis padres hace un año

El chico esta vez volteo a verme, se limpio las lágrimas con la manga de su suéter y empezó a hablar.

— ¿Enserió? — preguntó el con los ojos llorosos — lo siento.

— Eso ya pasó, acepte sus muertes y eso me ayudó a sobrellevar el vacío que me dejaron, deberías intentar hacer lo mismo. — darle una sonrisa sincera lo ayudaría a entrar en confianza — necesitas algo dulce para endulzar tu vida.

Había guardado el chocolate que había ganado pero este chico lo necesita más que yo, con toda fuerza de voluntad le entregue el dulce al chico.

— Anda come, esta riquísimo — lo tomo un poco timido y después se lo devoro de un bocado.

— Gracias, tenía días sin comer algo.

— Oh, la lluvia a cesado — me levante corriendo, estire mi mano esperando tocar alguna gota pero eso no sucedió — Oye chico — el pelirrojo me observo — ¿No tienes hambre?

— Mucha — contesto rápido pero avergonzado.

— Me acompañas a vender esto — apunte hacia el periódico — con el dinero que gane de esto te invitaré a comer algo delicioso, ¿vienes?

— N-no quiero ser una carga

— Anda vamos que también tengo hambre — lo tome de la mano y lo jale fuera del callejón — imagino que no tienes a nadie — el negó — bien desde ahora seremos amigos y familia. Por cierto... ¿Cual es tu nombre?

— Me llamo... Sasori.

— ¿Sasori? Es un lindo nombre, bien Sasori vayamos a vender esto y después a comer, conozco un buen lugar donde nos darán de comer sin importar nuestra apariencia.

— ¿Enserió? ¿No nos van a correr por ser callejeros?

— Por supuesto que no, Teuchi es el hombre más bueno que conozco, prepara el mejor Miso ramen de puerco.

Después de tiempo hice un nuevo amigo y estoy ansiosa para que pruebe este delicioso platillo.

— ¿A donde vamos?...

— Oye Sasori — el nombrado me observo curioso.

— Que sucede Sakura.

— Vamos a comer a Ichiraku. — propuse con una sonrisa.

— Tengo ganas de un Miso ramen de puerco.

—Pues que estamos esperando, vayamos por un miso ramen de puerco.

Caminamos por las calles solas y nos dirijimos al restaurante donde solemos comer sin ser mal tratados.

—Esta vez nos tocara de mitad, ando muy quebrado.

— Yo invito esta vez, la próxima tendrás que vender el doble para invitarme a cenar.

Todo se vuelve menos pesado cuanto tienes a alguien con quien compartir.

La chica de la basura. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora