Capitulo 1: Cuando Todo Comenzó

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—Ya puedes irte Alex — escuche la voz de la enfermera, sus palabras llamaron mi atención provocando que desviara mi mirada del cristal.

Fruncí las cejas un poco confundido.

—Ya estas mejor, puedes volver a casa — me mostro una sonrisa.

Asentí bajando de la camilla, tome mi chaqueta.

—Gracias Sarah — le agradecí antes de salir de la habitación y caminar por el amplio pasillo de la clínica.

— ¡Recuerda que tienes cita con el Doctor Álvaro en una semana! — la escuche gritar detrás de mí, levanté mi pulgar en respuesta.

Al salir del hospital no podía ver a Ashley en ningún lado, no puede ser que se le haya olvidado recogerme como la última vez, tomé mi teléfono para marcarle pero no contestaba, lo más probable es que este durmiendo pero, realmente no era un problema, caminar siempre por las pobladas calles de Barahona siempre sería agradable. El sol estaba brillante pero no era molesto, de hecho, es agradable.

Mi paso era lento y relajado. A pesar de mis problemas, siempre suelo sentirme bien por el simple hecho de poder respirar, siendo feliz con lo poco que tengo aunque, para es mucho y más que suficiente.

El camino a casa era un poco largo, pero decidí acortarlo entre callejones. Siempre lo hacía cuando a Ashley se le olvidad recogerme, que era muy a menudo.

Escuchaba ruidos, voces, sentí curiosidad de saber que sucedía. Seguí las voces con cautela hasta encontrarlos.

Eran cuatro chicos y una chica, pareciera estar en problemas, mi corazón se aceleró y la adrenalina recorrió mi cuerpo, estaba en problemas, debía hacer algo, me escondí detrás de la pared gastada y rayada para llamar a la policía, lo que a mi parecer después de unos segundos me pareció muy estúpido de mi parte ya que lo más probable es que nunca fuesen a llegar. Salí detrás de mí escondite y di unos cuantos pasos acercándome más hasta estar a una distancia prudente.

— ¡Déjenla! — grite lo suficientemente alto para que me escucharan.

Y así fue, sonriendo cínicamente pero, me ignoraron al cabo de un momento.

— ¡Dije que la dejaran! — espete con más energía en mi voz.

— No es tu problema, mejor lárgate — dijo uno de ellos.

La chica parecía asustada.

—Está mal lo que hacen y, llame a la policía asique será mejor que la dejen en paz — dije con seguridad en mi voz.

Y así fue, se alejaron de ella pero, se acercaron a mí con pose amenazante, permanecí estático en donde estaba.

—No quiero problemas.

—Eso debiste de pensarlo antes de hacer lo que hiciste, ¿No crees? — su puño se estrelló contra mi cara aturdiéndome al instante.

No podía escuchar nada por la adrenalina en mi cuerpo, ni ver por tener los ojos cerrados. Nunca antes había recibido un golpe así en mi vida.

Unas manos me ayudaron a levantar, no sabía de quien se trataba pero me deje ayudar.

Después de unos minutos ya estaba de regreso al hospital. Sarah al verme se alarmo, rodé lo ojos de antemano, sabía que vendría con su sermón.

— ¡Alex! ¡Por Dios! ¿Qué te pasó?

—Nada.

— ¡¿Nada?! ¡No digas que nada! ¡Mírate!

—Solo ayudaba a una chica Sarah, esto pasa cuando intentas salvar a una damisela en apuros — le mostré una sonrisa.

—Tú y tus frases de romeo.

Su expresión de preocupación no desapareció. Le mostré donde había sido el golpe.

—Voy a curarte y a llamar a tu hermana.

Me miró con los ojos entrecerrados.

Me hizo sentar en una de las camillas y rebusco el botiquín de primeros auxilios, divagando mi mirada entre las personas que iban y venían note su rostro, una expresión tímida. Miró a su alrededor hasta que me vio, a paso rápido se acercó.

—Sarah — Me queje por el alcohol en la herida.

— ¿Qué?, ¿No querías ser héroe?, Te aguantas.

Dio sus últimos pasos hasta acercarse un poco, Sarah cerró el botiquín y se dio vuelta para irse.

— ¿Estas bien? — su voz denotaba preocupación.

Asentí en después.

— Lamento lo que pasó. Gracias — mostro una sonrisa un poco triste.

—No fue nada, está bien, estoy bien, creo que valió la pena — le mostré media sonrisa.

Ella asintió mirando hacia abajo.

—Gracias otra vez, espero y te mejores — se dio vuelta dispuesta a irse.

«Ni siquiera dirá su nombre.»

— ¿Cómo te llamas? — pregunte antes de que fuese a alejarse más.

—Megan — respondió y continuó su camino.

La vi hasta que cruzó la puerta y desapareció de mi vista.

—Conque Megan — dijo Sarah cruzándose de brazos — Son quinientos la consulta por la emergencia — dijo cruzándose de brazos.

Le di una mirada incrédula.

— ¿Estás jugando? ¿Verdad?

—Claro que si Alex, ya vete, tu hermana está afuera — Me dio leves empujones alejándome — ¡Y no intentes detener el robo de un banco de camino Alex! — la escuche gritar.

Le mostré mi pulgar. Esboce un suspiro.

«A casa.»

¡Cuando te conocí!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora