𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 2

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Soobin, al escuchar aquella voz que pronunciaba su nombre con una melodía celestial, sintió un pequeño escalofrío que recorrió su espina dorsal. Decidió rápidamente volver a chasquear para que su vista ya no revelara lo que había detrás de aquel lugar, estaba nervioso. Adriel le había dirigido la mirada y pronunciado su nombre. Estaba a punto de retirarse rápidamente, pero algo lo detuvo: una pequeña luz brillante que casi lo cegó, y fue eso lo que impidió su huida.

- Oh, Jezbeth, ¿qué se te ofrece?

Soobin se preguntó cómo era posible que Adriel estuviera frente a él ahora mismo, si no habían pasado ni tres minutos desde que apartó su mirada de aquel lugar. Y, más aún, ¿cómo era posible que lo viera? Se suponía que esa visión solo él podía experimentarla, estaba diseñada para que nadie más se diera cuenta. Trató de controlarse y de limpiarse un poco la vista porque no estaba viendo bien en ese momento.

- ¿Estás bien? - preguntó el pequeño ángel, quien lo observaba con extrañeza.

Soobin asintió, con los ojos casi blancos, preguntándose por qué esa maldita luz ardía tanto y por qué los ángeles desprendían algo tan molesto.

- Entonces...¿Necesita que lo ayude en algo? - preguntó Adriel, sonriéndole.

Esa sonrisa... Estaba a punto de poner cara de imbécil por eso, pero no podía permitirse caer ante una simple sonrisa. Sonaba tan infantil, él era un demonio, no un niño de 8 años.

- No, de hecho, ya estaba por irme - respondió Soobin con frialdad. Sin embargo, su mente aún intentaba comprender cómo Adriel había traspasado las barreras que deberían haberlo mantenido invisible ante los ojos del ángel.

Adriel inclinó ligeramente la cabeza, como si intuyera las dudas de Soobin. Sus ojos celestiales mostraban comprensión, y esa luz que desprendían parecía calmante en lugar de molesta. Soobin se esforzó por mantener su compostura, aunque por dentro, una tormenta de preguntas y conflictos se desataba.

- ¿Estás seguro de que no necesitas ayuda? - insistió Adriel, extendiendo amablemente sus alas blancas, Jezbeth negó con la cabeza.

En ese instante, un estruendoso sonido resonó en el aire, anunciando la apertura del portón. Adriel se desvaneció rápidamente, él ángel en serio amenazaba con dejar a Soobin momentáneamente ciego, pues otra fuerte luz apareció, y él se frotó los ojos con rapidez, sintiendo dolor.

- ¡JEZBETH!

La voz lo sobresaltó y preocupó aún más, ya que provenía de su querido padre.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó este con furia.

- Solo estoy aquí porque allá abajo hace mucho calor... - contestó con ignorancia.

La respuesta sonó estúpida; él era un demonio y su cuerpo estaba diseñado para soportar el calor del inframundo.

- ¡¿Qué estupideces estás diciendo?! - Su padre lo miró aún más enfadado.

Esa mirada podía sacarle a Jezbeth el alma que no tenía, después de todo, su padre era Lucifer, el demonio de la ira.

- Apúrate, Jezbeth - ordenó su padre -. Yeonjun te está esperando para ir a una cita.

Soobin rodó los ojos; odiaba las citas, pero qué le quedaba. Nada más que ir, además, Yeonjun era su prometido, y no podía faltar. Aunque algo en su interior seguía inclinándose hacia Adriel. Debía entender que no podía, pero es que él era extraordinariamente hermoso... "¡NO, JEZBETH! ¡ESO VA EN CONTRA DE LO PERMITIDO!"

"De todas formas, soy un demonio. Me gusta romper la tranquilidad."

"PERO, DE TODAS FORMAS, NO SERÍA SOLO ROMPER LA TRANQUILIDAD. ¿ACASO QUIERES CREAR UNA GUERRA?"

𝓣𝓱𝓮 𝓗𝓾𝓼𝓫𝓪𝓷𝓭 𝓸𝓯 𝓽𝓱𝓮 𝓔𝓿𝓲𝓵 ➳𝒮𝑜𝑜𝓀𝒶𝒾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora