𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 1

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Jezbeth Soobin se hallaba en su habitación, abrumado por el aburrimiento. ¿Qué más se podía hacer en un lugar donde solo había una cama, un estante lleno de frascos y algunos libros? Y para empeorar las cosas, las almas en pena no dejaban de llorar y quejarse. Simplemente, todo resultaba tedioso y fastidioso. Se suponía que debería disfrutar de su juventud, ya que no faltaba mucho para que tuviera que contraer matrimonio con alguien para convertirse en el rey del inframundo. No le entusiasmaba la idea, ya que gobernar un reino completo sonaba nada divertido. Con desgano, se tiró en su cama y contempló el enorme techo.

En su mente rondaba desde hace unos días un pequeño castaño. ¿Qué mal podía haber en eso? No sería malo si el hermoso castaño que ocupaba sus pensamientos no fuera otro que "Huening Adriel Kai", el príncipe del Edén. Un pensamiento prohibido, ya que debería estar centrando su atención en una de sus opciones matrimoniales, más específicamente, el joven de 23 años, Choi Yeonjun, hijo de una de las familias más prestigiosas del inframundo y heredero del mejor amigo de su padre. Yeonjun era simplemente guapo y muy deseado, un partido perfecto. Aunque Soobin tenía mucho interés en él, su mente se desviaba hacia Adriel.

Lo había visto una semana antes, pasando cerca de la gran puerta que separaba los dos reinos. Iba cantando mientras apreciaba la naturaleza, repartiendo la hermosa bondad que poseía. Desde ese encuentro, Adriel no había desaparecido de su mente.

Desde pequeño, a Jezbeth le habían inculcado que no podía relacionarse con los ángeles, ya que eran traicioneros e insensibles, aprovechados de su poder. Sus padres le habían contado sobre las constantes guerras entre los dos reinos, y siempre los ángeles terminaban ganándolas.

Entonces, ¿por qué le interesaba un maldito ángel? ¿Qué tenía Adriel que le atraía? Solo había convivido con él una vez, ya que tenía prohibido acercarse a cualquier ángel, pero no podía negar que aquel ser celestial poseía una belleza inigualable.

-Jezbeth! ¡Beomgyu te espera! — gritó quien parecía ser su madre, sacando por completo a su hijo de sus pensamientos.

Este se levantó rápidamente de su cama. Era muy raro que su amigo lo visitara, siempre parecía estar ocupado, y Jezbeth ni siquiera sabía en qué.

Jezbeth extendió sus alas, abrió la ventana y salió por esta, solo para ver a su amigo en el patio esperándolo tranquilamente. Se acercó y lo saludó.

— Hola Soobin, ¿te interrumpo en algo? — preguntó Beomgyu al verlo.

— No, más bien me salvaste del eterno aburrimiento — rió Jezbeth.

— ¿Por qué?

— No tengo nada que hacer, como siempre. Ser príncipe es tan malditamente aburrido.

— ¿En serio? Lo que yo haría por ser el próximo heredero. Solo piénsalo, estarás a cargo de todo — Beomgyu extendió los brazos.

— ¿Y qué tiene eso de bueno? Tengo que casarme con alguien primero, y eso es muy tedioso. Además, mi deber será recibir almas en pena, y solo de imaginar sus malditos lamentos me saca de mis casillas.

— Tienes razón. Por cierto, ¿cómo va eso de tu pretendiente? Ya tienes 22 años, se supone que cuando cumplas 23 tendrás que contraer matrimonio con alguien.

Soobin se recargó en una estatua que había ahí.

— Pues creo que bien. Mis padres dijeron que me tenía que emparejar con Yeonjun.

— ¿Yeonjun? ¿El demonio de la soberbia? — preguntó Beomgyu, y Soobin asintió.

— El mismo. Como su padre es mejor amigo del mío, hicieron una especie de pacto que no puedo romper o se crearía un verdadero caos.

𝓣𝓱𝓮 𝓗𝓾𝓼𝓫𝓪𝓷𝓭 𝓸𝓯 𝓽𝓱𝓮 𝓔𝓿𝓲𝓵 ➳𝒮𝑜𝑜𝓀𝒶𝒾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora