La habitación se cubría con el manto negro de la noche, la luna no brillaba, no como antes.
Un pequeño cuerpo de niño se formaba en la parte superior de la cama, el pequeño solo volteaba a ver cada rincón de la habitación, buscando algo, que ni el mismo sabía que era. Lo único que se podían ver eran las tenues siluetas, de algunos muebles, estantes, peluches y demás juguetes.
El niño dio un pequeño suspiro y se sobre salto al escuchar un golpe en seco del otro lado de la puerta, quizá un poco mas lejos, se escuchó un segundo golpe, y el niño se estremeció, seguido de unos sonidos de pasos arrastrados y pesados. El niño cubrió todo su cuerpo con las mantas hasta su cabeza, él tenia miedo, hasta ese momento el había estado completamente solo, no solo en su habitación, si no, en su casa, así que el único pensamiento que su mente inocente le podía dar era que podría tratarse de algún fantasma, y finalmente un tercer golpe seco lo sacó de sus pensamientos, cerró los ojos apretándolos fuerte. ¡Que se vayan..! ¡ que se vayan los fantasmas! Gritaba el pequeño en su cabeza.
La puerta se abrió de golpe y unos gemidos y jadeos se escuchaban desde la puerta.
-Aun éstas despierto.... ¿Verda..d...?- Las palabras articuladas se escuchaban cansadas y arrastradas, con un pequeño gorgoteo.
Él sabia quien era, podía imaginar esos ojos llenos de malicia y la sonrisa burlona, y en ese momento hubiese deseado que en realidad fuesen fantasmas...