VII

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Probablemente entre sus dedos ya tenía más de tres mechones de pelo, pero simplemente los limpió en sus Jeans mientras salía del hotel dando portazos. 

Se estaba ahogando, y no sabía que hacer. 

(SeokJin no podía morir sin que NamJoon le dijera antes cuanto lo sentía). 

Sus piernas le sacaron a las calles solitarias y húmedas por la leve lluvia, sin rumbo aparente. Sentía que su vida se había vuelto de la misma forma, después de todo; ya nada tenia sentido. 

Todo en su mente era SeokJin, todas las cosas que TaeHyung había dicho se arremolinaban y se burlaban de él. Porque todo encajaba. 

Las heridas, las llegadas tardías, el secretismo, el llanto, el trauma. Todo había indicado lo que tanto no había querido ver. 

Apretó con fuerza el Smeraldo hasta que se incrustó ligeramente en su piel. (Ojo por ojo...) 

Se lo merecía. Todo el dolor, se lo merecía. (SeokJin no lo había hecho). 

Pateó un contenedor de basura que estaba en su camino con fuerza, y caminó pesadamente entre los pasillos oscuros a los que alguna vez había pertenecido. 

En algún momento, terminó cruzando una avenida principal sin darse cuenta, con los zapatos crujiendo encima del asfalto y los charcos. Tal vez ya estaba mojado por completo, pero no le importaba. 

Tan solo siguió caminando con las manos en los bolsillo para seguir estrujando el Smeraldo (e implorando, rezando por un milagro). 

Tal vez iría a lo de YoonGi y JiMin. Tal vez molestaría a JungKook o a HoSeok en el bar; o tal vez se tragaría su orgullo y le pediría perdón a TaeHyung, y que lo mirase con esos ojos que tanto le recordaban a su hermano mayor. Al final, ¿cuál era el punto? SeokJin había conseguido sacarlos de donde quería y NamJoon se había quedado con la culpabilidad, su amor, y el Smeraldo del que nunca fue digno.

(No era digno de SeokJin)

Un coche le tocó la bocina al cruzar en el semáforo en rojo, pero poco y nada le importó; ¿cuánto duraría hasta que se reuniera con él?

Siguió vagando con la cabeza gacha, trastabillando a donde sus pies le llevaran mientras estuviera moviéndose, avanzando aún si no tuviera rumbo.

Entonces, se quedó parado frente a un comedor de un aspecto abandonado, con las luces de neón apenas encendidas y las mesas visibles a través de las ventanas, al estilo retro. 

Se preguntó por qué se detuvo allí, hasta que el Smeraldo dejó salir un hilo de sangre de su palma al engancharse su piel a uno de los bordes y siseó de dolor.

—¿¡No te estoy hablando, perra!?— la voz colérica del hombre sentado a una de las mesas se oyó hasta afuera. Tenía el rostro rojo, y los puños apretados sobre la madera. 

Frente a él, se hallaba otro hombre cabizbajo. 

—Maldito imbécil, sabes que puedo volver a dejar tu culo en ese callejón, ¿verdad, SeokJin? 

Seung alzó una mano a su costado, y golpeó a SeokJin tan fuerte que este dejó caer la capucha que cubría su rostro. 

NamJoon sintió que sus rodillas colapsarían. 

Seung se levantó de la mesa, diciéndole algo más a SeokJin, antes de girarse y encaminarse a lo que parecía ser el baño del lugar. 

Quizás dejó caer el Smeraldo. Quizás se fundió con su mano. 

Pero SeokJin, lentamente, giró la cabeza hacia donde estaba él. 

Sus ojos redondos, tan inocentes a pesar de todo chocaron con los suyos.

NamJoon abrió la boca, sin saber que decirle a pesar de que este no podría oírle, hasta que el mayor se levantó de su asiento y corrió fuera del comedor.

No fue necesario decir nada. 

Los moretones en el rostro de su ex-novio se volvieron de color neón cuando se acercó lo suficiente, y sus lágrimas en cascadas de estrellas. 

Él se abrazó a NamJoon sin previo aviso, y este correspondió de la misma manera. 

—SeokJin—respiró, a punto de llorar. 

SeokJin se sentía como una hoja de papel entre sus brazos. Helado, desprotegido, quebrado. ¿O era él el que se sentía así? 

—J-Joo... n-nie. P-Perdóname. 

NamJoon sacudió la cabeza. 

—Dijiste que morirías por mí. Cumpliste tu promesa; ahora me toca cumplir la mía— Respondió enterrando sus dedos en su pelo desaliñado, cortado desigual en tantas partes.—Todo estará bien. No permitiré que vuelvas a sufrir. Ya no tienes que correr, bebé.

SeokJin no respondió nada más, y NamJoon solamente le hizo saber la verdad de esa promesa a través de sus labios. 

Quizá ambos estaban rotos. Pero formaban un mosaico perfecto al estar juntos.

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Explicación:

Jin y Nam trabajaban para Seung, así como el resto de los chicos; era como una especie de mafia. Sin embargo, NamJoon comenzó a dejar de hacer los «trabajos» de Seung por petición de Jin, ya que eran muy peligrosos. Por supuesto, Seung notó esto y amenazó a NamJoon con matarlo si no hacía los trabajos que le mandaban, pero NamJoon nunca llegó a saber de estas amenazas porque Jin evitó que lo hiciera, tomando su lugar y arriesgándose él en vez. De a poco, tanto NamJoon como Jin comenzaron a deteriorarse por culpa de esto, Jin por lo que hacía y NamJoon por no saber qué era lo que sucedía con Jin.
Jin sabía que aunque por el momento Seung no mataría a NamJoon, lo haría igual en algún momento, así que le tendió una trampa a NamJoon para que lo arrestaran, porque consideraba que era la única manera en la que Seung no lastimaría a Nam.
Ya sin NamJoon, Jin se entregó a Seung a cambio de que el resto de los chicos pudiera salir de su mafia con inmunidad, de forma que pudieran hacer una mejor vida. Ninguno, sin embargo, logró dar con Jin luego de eso (Por eso puede tomarse lo de su muerte como algo literal— si pensaban que de verdad estaba muerto— o simbólico —la pérdida de libertad e identidad como una muerte, básicamente—).
Completamente a su merced, Seung, siendo la persona que era, comenzó a maltratar a Jin, hasta que NamJoon lo encontró.





Bueno, eso por si no lo cacharon (realmente no sé si alguien habrá entendido algo de la historia) 😭 en fin, gracias por leer a todos los valientes que llegaron hasta aquí💜

Die for me〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora